Intestino, microbiota
y homeostasis de la glucosa en el embarazo
Para acomodar las
demandas dinámicas de energía del embarazo, mientras se mantiene la homeostasis
metabólica, son requeridas significativas alteraciones en el metabolismo
materno. Las adaptaciones maternas
inapropiadas pueden alterar la
división de nutrientes entre la madre y el feto, afectando la salud de ambos.
Aunque los mecanismos que subyacen a las adaptaciones metabólicas en el
embarazo no son entendidos completamente, ellas son disparadas, al menos en
parte, por rutas mediadas por hormonas.
Sin embargo, se ha sugerido que solo estos cambios son insuficientes para explicar los cambios
metabólicos que ocurren en el embarazo temprano y tardío.
En el embarazo temprano, el metabolismo
materno es anabólico como preparación
para enfrentar las crecientes
demandas del crecimiento de la placenta y el feto más tarde en el
embarazo. En el embarazo tardío, el metabolismo materno se vuelve catabólico y
la energía es usada para la oxidación de lípidos, con altos niveles de glucosa
para apoyar el crecimiento y el metabolismo de feto y placenta. Estos cambios
en el uso de energía son mediados por alteraciones en la secreción y
sensibilidad de la insulina materna. Hasta recientemente, el disparador detrás
de estas adaptaciones metabólicas se pensaba que dependían completamente de
rutas mediadas por hormonas. Sin embargo, descubrimientos recientes que
demuestran que la relación huésped-microbioma gobierna la regulación de la
glucosa en el estado de no embarazo, abrieron la puerta a nuevas
investigaciones del intestino materno y
su contenido bacteriano, así como su contribución a la función metabólica.
Está bien establecido que la sensibilidad a
la insulina materna disminuye en el
curso de la gestación para facilitar la captación periférica de glucosa e
incrementar la producción hepática de glucosa para enfrentar el aumento de la demanda
de aporte de glucosa al feto. El tiempo exacto de inicio de la
resistencia a insulina se mantiene controversial. La hiperglucemia y la
hiperinsulinemia no son patológicas, los elevados niveles de glucosa sanguínea
materna se mantienen en un rango saludable debido a la transferencia
transplacentaria, independiente de insulina, de glucosa al feto así como el aumento
en la producción de insulina materna para compensar la resistencia materna a la
insulina.
¿Cómo responde el páncreas materno a la
demanda sostenida de insulina del embarazo? Las células β pancreáticas son
plásticas y pueden responder a cambios en la demanda de insulina y, aunque esto
es patológico en enfermedades metabólicas, esta misma expansión de células β
ocurre fisiológicamente en el embarazo. En estudios con roedores, la
proliferación es la fuerza que maneja la expansión de células β. Estudios más
recientes han identificado una población de progenitores de células β (Ins+Glut2LO)
que aumentan previo a la expansión de células β relacionada con el embarazo,
aunque no está claro la magnitud en que
estas células contribuyen a la expansión. Además de la expansión de células β,
la capacidad secretora de insulina también incrementa en el embarazo. La
expansión y la capacidad secretora de insulina aumentada de las células β
incrementan la producción de insulina en el páncreas y compensan la disminución
de la sensibilidad a la insulina en la madre. Estas adaptaciones altamente
coordinadas en la sensibilidad y secreción de insulina permiten la
transferencia de glucosa materna al feto.
Varias hormonas placentarias contribuyen a
los cambios en la sensibilidad y secreción de la insulina materna. Estas
hormonas placentarias incluyen lactógeno placentario (LP), hormona de
crecimiento placentaria (HGP) y progesterona que alteran la señal del receptor
de insulina, lo cual resulta en un estado progresivo de resistencia a la
insulina materna que maneja la síntesis y mayor secreción de insulina. La
expansión de células β coincide con el inicio de la secreción de LP, HGP y
prolactina (Prl) por la placenta. Estas hormonas regulan la sensibilidad y
secreción de insulina. El embarazo se caracteriza no solo por cambios
hormonales sino también en el sistema inmune. Factores inflamatorio secretado
por las células inmune maternas y el tejido adiposo como factor de necrosis
tumoral (TNF) e interleuquina (IL)-6 están asociados con resistencia a la
insulina durante el embarazo.
Los cambios que ocurren en la función
intestinal y la composición de la microbiota intestinal durante el embarazo
también contribuyen a las respuestas metabólicas maternas en el embarazo. Durante
el embarazo, aumenta la ingesta de alimentos (hiperfagia) acompañada por
cambios en el tracto gastrointestinal. En ratas, la longitud y el peso del
intestino incrementan durante el embarazo. El epitelio mucosal, el principal
sitio de absorción de nutrientes también incrementa de peso por 30-40% en
ratas, acompañado por un incremento en la longitud de las vellosidades en el intestino delgado. En conjunto, estas
adaptaciones incrementan el área de superficie disponible para la absorción de
nutrientes. Algunos estudios también demuestran que la absorción de nutrientes
es influenciada por una reducción en el transito gastrointestinal que ocurre en
humanos y roedores en el embarazo, incrementando el tiempo disponible para la
absorción de los nutrientes de la dieta.
El intestino es el órgano endocrino más
grande del cuerpo, con al menos 15 tipos de células diferentes, cada una con un
perfil de secreción hormonal único. Muchas de estas hormonas juegan roles en la
digestión, absorción y motilidad intestinales. Algunas de las hormonas claves
incluyen serotonina (involucrada en la motilidad intestinal y el metabolismo de
glucosa), péptido YY (involucrado en la supresión del apetito) y
colecistoquinina (involucrada en la secreción de enzimas pancreáticas, regulación
del apetito y motilidad intestinal), Sin embargo, de todos los factores
endocrinos que podrían contribuir a las adaptaciones metabólicas maternas en el
embarazo, el péptido similar a
glucagón-1 (GLP-1) es particularmente
importante por sus relaciones con
la microbiota intestinal, la estructura y función intestinales y la síntesis y
secreción pancreática de insulina.
El GLP-1 es una incretina, estimula la
secreción de insulina de manera independiente de la glucosa, incrementa la
biosíntesis de insulina y, al menos en roedores, induce la proliferación de
células β. El GLP-1 también actúa como un estimulador indirecto de la
sensibilidad a la insulina a través de su efecto sobre la saciedad, lo cual
provoca pérdida de peso. El GLP-1 es un producto del gen proglucagón (Gcg)
expresado en células L intestinales,
células α pancreáticas, neuronas en el tallo cerebral caudal e
hipotálamo. El GLP-1 es secretado por
las células L en respuesta a nutrientes presentes en la luz intestinal, aunque
las células L también responden a componentes y metabolitos de la microbiota
intestinal.
La expresión de Gcg es regulada a nivel
transcripcional y post-traslacional. Una vez expresado, GCG experimenta
clivajes tejido-específicos por las enzimas convertasas de prohormonas
(PC), (PC1/3, PC2). La PC2 actúa
primariamente en las células α pancreáticas para generar glucagón, mientras la
PC1/3 es expresada en las células L intestinales y en el sistema nervioso. En
el intestino, la PC1/3 libera GLP-1 a partir de la CGC en dos isoformas
bioactivas: GLP-1(7-36)NH2 y en menor extensión GLP-1(5-37)NH2.
Las células L también responden a la insulina. La secreción de GLP-1 es
alterada en la obesidad y la DMT2. Dado el estado de resistencia a la insulina
en el embarazo, es posible que las células L maternas puedan responder menos a
la insulina en el embarazo. Aunque la mayor parte del GLP-1 es producido por
las células L en el intestino, moderados incrementos de la producción de
GLP-1 intra-islotes han sido reportados
en el contexto de aumento de la demanda metabólica como en los estados
pre-diabético y diabético y durante el embarazo. El GLP-1 intra-islote actúa de
manera autocrina/paracrino y, por tanto, no afecta los niveles circulantes de
GLP-1. Una vez secretado, el GLP-1 tiene una vida media muy corta en la
circulación y es rápidamente degradado por la dipeptidil peptidasa (DPP IV, una
serina proteasa) a las formas inactivas GLP1 (9-36)NH2 y GLP-1
(9-37)NH2.
La digestión y absorción de nutrientes en el
intestino son asistidas por una comunidad de microorganismos presentes en el
intestino que fermentan los componentes de la dieta no digeribles. Son
trillones de microbios que tienen una relación mutua con el huésped y
colectivamente son referidos como la microbiota intestinal. En humanos,
numerosos desórdenes metabólicos incluyendo obesidad y DMT2 han sido asociados
con una composición alterada o “disbiótica” de la microbiota intestinal. Un
estudio reciente demuestra disminución de la diversidad alfa en el tercer
trimestre del embarazo en comparación con el primer trimestre. Adicionalmente,
la abundancia relativa de
Proteobacterias y Actinobacterias aumenta con disminución en el género
Faecalibacterium en el tercer trimestre del embarazo. Esto ha sido asociado con
desórdenes metabólicos e inflamatorios debidos a la reducción en la producción
de metabolitos beneficiosos. El control endocrino de la composición de la
microbiota juega un rol en el embarazo, dado los cambios dinámicos que ocurren
en los niveles de hormonas y, por tanto, tiene efectos sobre el metabolismo
general tanto directos como indirectos a través de la microbiota intestinal.
La microbiota intestinal puede ejercer
muchos de sus efecto sobre el huésped vía componentes bacterianos. El
movimiento paracelular de bacterias vivas y/o sus componentes a través de la
barrera intestinal alterada contribuye a la resistencia a la insulina
relacionada con DMT2 y obesidad, un estado referido como endotoxemia. Este
proceso es facilitado por componentes de la membrana bacteriana, incluyendo
lipopolisacáridos (LPS) y péptidoglucan que se unen a los sensores inmunes
innatos, receptor similar a Toll 4 (TLR4) y la proteína 1 que contiene dominio
de oligomerización de unión a
nucleótido, respectivamente, resultando en disrupción de la señal del receptor
de insulina. Estos sensores también estimulan la producción de citoquinas
pro-inflamatorias como TNF e IL-6 que, a su vez, también pueden alterar la
señal del receptor de insulina.
Las bacterias también producen metabolitos
que son beneficiosos para la salud, incluyendo la fermentación de carbohidratos
no digeribles en ácidos grasos de cadena corta (AGCC) que procesan ácidos
biliares (AB) en AB secundarios y el procesamiento
de triptófano en compuestos indol. Los AGCC pueden ser usados por el huésped directamente para
energía, como sustratos para la gluconeogénesis y lipogénesis. Los receptores
de AGCC (GPR42, GPR43 y GPR109a) están presentes en numerosos órganos y
sistemas y han sido implicados en muchos procesos metabólicos, incluyendo
función de músculo esquelético y tejido adiposo, sensibilidad y secreción de
insulina y producción de hormonas intestinales como GLP-1. Los receptores de
AGCC, GPR41 y GPR43, son expresados en las células L y la secreción de GLP-1 es
estimulada por acetato, propionato y butirato. Los receptores de AB (FXR y
TGR5) están presentes en hígado, intestino e islotes pancreáticos y son capaces
de regular el metabolismo de la glucosa alterando la absorción de glucosa en el
intestino e incrementando la secreción
de insulina por las células β pancreáticas. Los receptores de AB secundarios
están presentes en las células enteroendocrinas del intestino donde promueven
la secreción de hormonas intestinales. El incremento de AB en suero ha sido
observado durante el embarazo así como la desconjugación microbiana de AB
primarios en secundarios, resultando en una mayor proporción de AB secundarios.
Los LPS estimulan la expresión de Gcg y Pcsk1 (los cuales codifican la enzima
PC1/3) y la secreción de GLP-1 de una manera dependiente de TLR4 en roedores y
humanos. Por el contrario, la exposición
crónica a TNF suprime la expresión de Gcg y la secreción de GLP-1.
En conclusión, está bien establecido que el
intestino y su acompañante la microbiota intestinal constituye un sitio de
regulación inmunológica y endocrina que median el metabolismo del
cuerpo. Durante el embarazo, ocurren
significativas adaptaciones metabólicas para acomodar las crecientes demandas
de energía del feto en desarrollo y para prevenir consecuencias adversas del
embarazo. Los estudios recientes demuestran que la microbiota intestinal
materna puede jugar un rol en estas adaptaciones. El intestino es un nuevo
campo de investigación para entender cómo las adaptaciones metabólicas maternas
en el embarazo son iniciadas y reguladas. Es conocido que las adaptaciones
metabólicas inadecuadas pueden resultar en complicaciones del embarazo como
DMT2.
Fuente: Yeo E et
al (2022). The intestine and the microbiota en maternal glucose homeostasis
during pregnancy. Journal of Endocrinology 253:1-19.
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