Estradiol, sarcopenia y menopausia
La sarcopenia es
una condición típica del proceso de envejecimiento que se caracteriza por un
declive en la masa y la calidad musculares.
El inicio de la sarcopenia está determinado por cambios hormonales,
activación de la ruta inflamatoria, infiltración grasa, apoptosis y alteración
de la función mitocondrial. La incidencia de algunos síndromes geriátricos
comunes es sexo-específica y, en
particular, el inicio de la sarcopenia en mujeres está íntimamente relacionada
con la menopausia.
Uno de los fenómenos más característicos en
el proceso de envejecimiento de las
mujeres es la menopausia, la cual está acompañada con cambios hormonales, en
particular, los niveles de estradiol. El estradiol es el estrógeno más potente,
regula el ciclo menstrual y es responsable del desarrollo y mantenimiento de
las características sexuales femeninas. El músculo esquelético posee receptores
específicos de estradiol a nivel de las fibras y, por tanto, el estradiol puede
promover la regeneración muscular estimulando la actividad proliferativa de las
células satélites y contribuyendo a la salud muscular. Las células satélites
representan las “stem cells” del músculo esquelético y son las responsables del
mantenimiento del tejido muscular. El estrés mecánico (ejercicio físico) o el
daño muscular activan la función regenerativa de las células satélites,
reconstruyendo la integridad y función musculares. El estradiol está
involucrado en la modulación de las respuestas inflamatorias local y sistémica
que afectan la sarcopenia.
La transición a la menopausia (etapas de
desarrollo: premenopausia, perimenopausia, menopausia y postmenopausia) está
asociada no solo con disminución de los niveles de estradiol sino también con
incremento en la adiposidad visceral y disminución de la densidad mineral, la
masa muscular y la fuerza muscular. Estos factores contribuyen
significativamente al desarrollo de una condición llamada “obesidad
sarcopénica” que se caracteriza clínicamente por sarcopenia y excesivo peso
corporal. La obesidad sarcopénica tiene consecuencias directas sobre la salud
de mujeres menopáusicas y postmenopáusicas.
La evidencia sugiere que la menopausia está
asociada con un incremento en la liberación de citoquinas pro-inflamatorias
como interleuquina (IL)-6, IL-1 y factor de necrosis tumoral-α (TNF-α). Algunos
estudios también sugieren que los adipocitos, a través de la liberación de IL-6
y TNF-α, pueden promover la acumulación de masa grasa y comprometer la función
muscular, causando sarcopenia. Aunque hay una clara correlación entre el
incremento en los niveles periféricos de IL-6 y TNF-α y la sarcopenia, las
causas y mecanismos se mantienen poco claros.
No obstante, los estudios demuestran la capacidad del 17β-estradiol para
inhibir específicamente la liberación mediada por inflamación de algunas
citoquinas pro-inflamatorias, como TNF-α, que pueden degradar proteínas
musculares y reducir la capacidad del músculo adulto para responder al daño. En
este contexto, hay evidencia convincente de la capacidad de los estrógenos para
actuar e influir en el tejido adiposo directamente a través del receptor de
estrógenos-α (ERα). El hecho que los estrógenos puedan inhibir la respuesta
inflamatoria podría ser de interés para prevenir el daño muscular.
Las células satélites son abundantes durante
las primeras fases de desarrollo, contribuyendo al crecimiento muscular, y luego disminuyen con el tiempo. Su
contenido varía dependiendo del tipo de fibra muscular. Las fibras tipo I
oxidativas tienen un mayor contenido de células satélites que las fibras tipo
II porque se benefician de una significativa contribución capilar y sanguínea. En
condiciones de estado estacionario, las células satélites están en estado de
quiescencia. Con el daño muscular o la estimulación anabólica, las células
satélites son activadas y entran en el programa miogénico para apoyar la
reparación del músculo dañado a través de la reparación o el crecimiento de
fibras musculares.
El estado inflamatorio crónico relacionado
con la edad impacta la proliferación y el reemplazo de células satélites. En
este sentido, el rol jugado por el estradiol se vuelve de considerable interés.
El estradiol estimula la activación y, por consiguiente, la proliferación de
células satélites a través de receptores específicos de estrógenos (ERα y ERβ),
promoviendo la reparación muscular. Sin embargo, la capacidad para mejorar la
fuerza muscular depende exclusivamente de la unión de esta hormona con el
receptor α.
Hay evidencia convincente que los
estrógenos, especialmente el estradiol, juegan un rol clave en la preservación
de la salud muscular en la vejez. En este contexto, se han realizado varios
estudios de investigación sobre intervenciones o reemplazos hormonales. En
algunos casos, la suplementación hormonal (o HRT, Hormone Replacement Therapy)
con estradiol ha generado mucho interés por sus efectos potencialmente
beneficiosos. Específicamente, la obesidad relacionada con la menopausia y la
pérdida de masa de músculo esquelético pueden ser revertidas con la terapia
hormonal con estradiol.
El reemplazo de estrógenos tiene diferentes
efectos según la fase específica de la menopausia. Por ejemplo, el uso de la
HRT en el inicio de la postmenopausia, en comparación con la postmenopausia
tardía, resulta en un incremento significativo en el número de células
satélites y una mejoría de la movilidad y la fuerza muscular. Por el contrario,
algunos estudios consideran que la HRT con estradiol es un método inefectivo
contra la pérdida muscular. Otros estudios reportan una asociación de la
terapia hormonal con un mayor riesgo de cáncer de mama y/o enfermedad
cardiovascular.
Los efectos de la terapia hormonal aún se
mantienen controversiales. Por esta razón, las intervenciones en el estilo de
vida (en particular la actividad física y las intervenciones nutricionales) son
actualmente la piedra angular para el mantenimiento de la salud muscular en la
edad avanzada. Algunos programas de investigación (por ejemplo, the Sarcopenia
and Physical Railty in Older People: multi-component Treament Strategies
Project) han sido conducidos para definir las etapas críticas que faciliten el
desarrollo de intervenciones farmacológicas contra la sarcopenia. Los
investigadores con estos estudios definen las oportunidades para tratar o
prevenir la sarcopenia y sus consecuencias adversas. Las mujeres que no responden
adecuadamente a la intervención de estilo de vida, por ejemplo, podrían
combinar un programa de rehabilitación física y nutricional con ERT para
mejorar su condición de salud preservando la masa y función musculares en la
etapa tardía de la vida.
En
conclusión, durante el envejecimiento y la transición a la menopausia en las
mujeres, ocurre una progresiva degeneración muscular. Esta disfunción muscular
causada por disminución de la proliferación de las células satélites musculares
incrementa los niveles de los marcadores inflamatorios y altera los niveles de
hormonas sexuales. El balance hormonal y, en particular, el estradiol son esenciales en la función del músculo
esquelético. El estradiol tiene un efecto beneficioso en el músculo esquelético
estimulando la proliferación de las células satélites. El músculo esquelético
puede responder al control hormonal estrogénico debido a la presencia de
receptores específicos para estradiol a nivel de las fibras musculares.
Adicionalmente, el estradiol puede limitar el daño por estrés inflamatorio en
el músculo esquelético. La terapia de reemplazo con estradiol, combinada con
programas de actividad física y nutricional, puede representar una herramienta válida
para tratar la sarcopenia en mujeres.
Fuente: Geraci A
et al (2021). Sarcopenia and menopause: the role of estradiol. Frontiers in
Endocrinology 12:682012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario