Estrés y desórdenes afectivos
El concepto de
estrés permea nuestra cultura en múltiples niveles. En el lenguaje cotidiano,
indica una estado demandante, algunas veces abrumadoramente, acompañado con
emociones negativas. Para muchos científicos, la palabra estrés está asociada
con la caracterización de Selye de una respuesta “pelea o huida” a una amenaza,
es decir, una respuesta adaptativa aguda a un estímulo ambiental. Sin embargo,
en los últimos 50 años, la ciencia en general y la neurociencia en particular
han expandido estas ideas en muchas dimensiones. Actualmente, se conciben las
respuestas biológicas al estrés no términos de generar un estado negativo, sino
un estado típicamente positivo, un conjunto adaptativo de mecanismos que
aumenta la supervivencia. Es importante apreciar que la biología del estrés no
es simplemente un “sistema de emergencia” sino un proceso continuo: el cuerpo y
el cerebro se adaptan a nuestras experiencias diarias, independientemente que
las llamemos estresante o no. Estas experiencias incluyen nuestra adhesión o
carencia de esto a nuestro ciclo circadiano, si estamos aislados o socialmente
interactivos, nuestra actividad física diaria y si vivimos en un ambiente de
muchedumbre, ruidoso y peligroso o tenemos acceso a un espacio verde, paz y
tranquilidad. Por tanto, es necesario
reconocer que el estrés crónico, incontrolable no solo es negativo sino
que también se puede volver tóxico, perjudicial para nuestra salud física y
psiquiátrica. Entonces, tenemos que
diferenciar el “estrés bueno” y el “estrés malo”.
Este enfoque de la biología del estrés ha
dado lugar a los conceptos de alostasis y carga alostática. La alostasis se
refiere al proceso activo de adaptación y mantenimiento de la estabilidad
(homeostasis) a través de la producción de mediadores, como el cortisol, que
promueven la adaptación. Sin embargo, si las perturbaciones en el ambiente no
ceden, el punto de equilibrio necesita ser traslado a uno “nuevo normal” y
puede ser costoso para el organismo. La carga alostática se refiere al precio
que el cuerpo paga por ser forzado a adaptarse a situaciones físicas o
psicosociales adversas. Estos conceptos resaltan los efectos protectores de
múltiples mediadores no lineales de adaptación, así como también el daño que
ocurre cuando los mismos mediadores son sobrepasados o desregulados.
Este amplio y envolvente concepto de la biología del estrés
coloca al cerebro en el centro de la respuesta a la experiencia e integra
información acerca del ambiente externo e interno y la forma de responder a
nivel sistémico y conductual. El cerebro es un órgano vulnerable que puede ser
dañado por el estrés tóxico, pero también es capaz de desarrollar plasticidad
adaptativa y resiliencia. Esta plasticidad existe a través de la vida, con
períodos críticos como la vida temprana y la adolescencia cuando es
particularmente evidente. Las adaptaciones neurales al ambiente son
acumulativas a través de la vida y la función del cerebro en cualquier momento
de la vida es el resultado de experiencias o alteraciones epigenéticas que
tienen lugar durante la gestación y a través del desarrollo postnatal. La
reconceptualización de estrés también incorpora conocimiento sobre los factores
moleculares claves acoplados con la caracterización de los circuitos
neurales.
La cascada de eventos que provoca una
respuesta adaptativa al estrés está bien delineada. Agudamente, un estímulo nuevo, no esperado,
en el organismo o en su ambiente, dispara respuestas neurales en el cerebro que
son apropiadas para ese estímulo (por ejemplo, en el sistema auditivo si el
estímulo es un ruido fuerte). La codificación sensorial es una respuesta
afectiva que identifica al estímulo como relevante, algunas veces positivo y
otras veces como amenazador. La ruta final común para esta respuesta afectiva
conduce al eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA), en el cual el núcleo
paraventricular (NPV) del hipotálamo activa la liberación de hormona liberadora
de corticotropina (CRH) y arginina vasopresina. Estos neuropéptidos estimulan
la liberación de hormona adrenocorticotropa (ACTH) por la hipófisis anterior,
la cual a su vez provoca la síntesis y
liberación de glucocorticoides por la corteza suprarrenal. Los glucocorticoides
tienen un amplio rango de acciones en cuerpo, incluyendo el balance energético
y la utilización de glucosa.
Es conocido actualmente que el impacto de
los glucocorticoides sobre el cerebro (corticosterona en roedores y cortisol en
humanos) es mediado a través de dos receptores principales, el receptor
glucocorticoide (GR) y el receptor mineralocorticoide (MR), los cuales residen
preferencialmente en el citoplasma como parte de un complejo de proteínas.
Ambos receptores son clasificados como factores de transcripción dependientes
de ligando. La unión del glucocorticoide causa que los
receptores se dirijan al núcleo para regular positivamente o negativamente la
expresión de sus genes blancos. El MR tiene mayor afinidad por los
glucocorticoides que el GR y en el cerebro funciona coordinadamente con el GR
en el control del estrés y su impacto sobre las funciones afectivas y
cognitivas. Mientras el GR ha sido implicado en la retroalimentación negativa
del estrés, el MR ha sido implicado en la modulación del ritmo circadiano de
los glucocorticoides y la secreción pulsátil de ACTH en la sangre.
La respuesta saludable a un estresor agudo
requiere la activación rápida y vigorosa de una respuesta que permita la
síntesis y liberación de glucocorticoides, pero también requiere un medio
efectivo de finalización de la respuesta al estrés para evitar amenazas al
sistema con las poderosas acciones de las hormonas del estrés. La finalización de la respuesta al estrés está
basada en un mecanismo de retroalimentación negativa que es mediado en varios
niveles: la hipófisis, el NPV y especialmente el hipocampo que es rico en GR pero en el cual la variación
diurna de glucocorticoides prepara al sistema para apagar la respuesta del eje
HHA. El circuito neural que conecta al hipocampo con el NPV es crítico para la
finalización de la respuesta al estrés e involucra una ruta bisináptica con una
estación de relevo en el núcleo del lecho de la estría terminal. Las lesiones a
lo largo de esta ruta provocan la sobre expresión de CRH en el NPV y respuestas
al estrés de larga duración. Los factores ambientales y psicosociales que
alteran al hipocampo también pueden provocar niveles excesivos de
glucocorticoides, lo cual a su vez puede dañar al hipocampo.
Los receptores GR y MR, además del
hipocampo, son expresados -y actúan- en otras regiones cerebrales involucradas
en la cognición y la emoción, como la amígdala y la corteza prefrontal, y los
estresores agudos y crónicos causan plasticidad estructural adaptativa en las
regiones cerebrales interconectadas. La plasticidad adaptativa es un término
que describe como el estrés crónico
puede remodelar el cerebro de una manera neuroprotectora, causando retracción de dendritas y pérdida de sinapsis
en áreas que son altamente sensibles al estrés, como hipocampo, amígdala medial
y corteza prefrontal medial, mientras al mismo tiempo causa la expansión de
dendritas y nuevas sinapsis en otras áreas como amígdala basolateral y corteza
orbitofrontal. Estos cambios morfológicos subyacen a alteraciones en las
funciones conductuales, autónomas y neuroendocrinas apropiadas para enfrentar
al estresor. Múltiples mediadores sistémicos y neurales contribuyen a la
plasticidad adaptativa, incluyendo insulina, IGF-1, catepsina B y osteocalcina,
los cuales ganan acceso al cerebro y actúan sobre sus respectivos receptores
para inducir cambios morfológicos protectores. Adicionalmente, la leptina, que
puede alcanzar el hipocampo a partir de la sangre, facilita la neurogénesis y
tiene efectos antioxidantes neuroprotectores. Entre los mediadores también se
incluyen moléculas de señalización producidas localmente en el cerebro como el
factor neurotrófico derivado del cerebro (BNDF), el factor de crecimiento de
fibroblastos 2 (FGF2), endocanabinoides y CRH así como procesos celulares en el
núcleo, citoesqueleto y superficie celular.
Cuando las condiciones mejoran, el cerebro
sano exhibe resiliencia y se recupera, aunque no es una verdadera reversión, pues
persisten algunos cambios morfológicos que sirven para amortiguar un futuro
estrés. Sin embargo, si las demandas relacionadas con el estrés continúan, el
cerebro puede fallar en adaptarse estructuralmente o funcionalmente aun cuando
el estresor externo disminuya, provocando condiciones patológicas donde es
necesaria la intervención externa. Ejemplos de tales condiciones son la
ansiedad y la depresión, las cuales pueden comenzar con una respuesta apropiada
al evento estresante pero se vuelve mal adaptado cuando el evento persiste y se
hace crónico. Las células inmunes pueden ganar acceso a un cerebro vulnerable al estrés social y los mismos mediadores
implicados en la plasticidad adaptativa, incluyendo glucocorticoides y aminoácidos
excitadores, pueden causar daño permanente. Esto demuestra el concepto que
existe una función en forma de U invertida para las acciones óptimas de los
glucocorticoides y otras moléculas de señalización en respuesta al estrés.
Las acciones de las hormonas, y de las experiencias
en general, resultan en la regulación epigenética de la información genética
provocando diferencias individuales, aun entre gemelos idénticos. La
perspectiva epigenética del curso de la vida es una ruta de una sola dirección
donde las influencias aun antes de la concepción, así como durante el
desarrollo prenatal, la niñez, la adolescencia y más adelante determinan
trayectorias de salud o riesgo para enfermedades. La idea de una actividad extendida continuamente de expresión de genes
es ejemplificada en el patrón de respuestas del hipocampo a los estresores,
donde un estresor nuevo produce algunos cambios en la expresión de genes que
son exhibidos entre los individuos, pero también muchos cambios que difieren en
función de las diferentes historias de
estrés. Mientras es imposible borrar las
consecuencias biológicas de la experiencia, una trayectoria individual puede
ser modificada por experiencias adicionales que aumentan su capacidad para enfrentar de una manera saludable los desórdenes
relacionados con el estrés o, por el contrario, sucumbir ante los desórdenes
relacionados con el estrés. Estas intervenciones pueden ocurrir a largo de la
vida, pero son particularmente poderosas durante las “ventanas de
oportunidades” como el desarrollo fetal, la infancia temprana y la
adolescencia.
Los glucocorticoides, además de la
modulación transcripcional, exhiben mecanismos celulares y moleculares
adicionales (no transcripcionales) a través de los cuales, conjuntamente con
otros mediadores, afectan procesos del núcleo a la superficie celular,
incluyendo mitocondrias, causando la remodelación estructural de las neuronas.
Estos efectos varían desde acciones rápidas relacionadas con mecanismos de
retroalimentación negativa hasta acciones moduladoras circadianas. Por otra
parte, el balance GR-MR es crítico en muchas funciones celulares y
conductuales. Las intervenciones para incrementar la expresión de GR o MR
solamente en ciertas regiones y ciertos tipos de células en el cerebro de
ratones han demostrado que la sobre expresión de GR hace que los animales
desarrollen un fenotipo con conductas similares a depresión y ansiedad. Por el contrario, la sobre expresión de MR
resulta en fenotipo distinto con menos conducta similar a ansiedad. Los
trabajos genéticos sobre la regulación del GR a nivel genómico, epigenético y
expresión de genes han establecido que este receptor es crítico en la regulación de las emociones
y la emocionalidad, no solo basalmente sino también en términos de la
reactividad dinámica al ambiente, con el ambiente social y el desarrollo
temprano jugando un rol particularmente poderoso.
Dada la poderosa y dinámica naturaleza de la
biología del estrés, no es sorprendente que la desregulación del sistema estrés
y el incremento de la carga alostática estén implicados en muchos desórdenes
psiquiátricos. El trastorno depresivo mayor, el desorden bipolar, la ansiedad,
los desórdenes de pánico y los desórdenes de estrés post-traumático pueden ser
vistos como desórdenes del estrés, donde los circuitos neurales claves que
regulan la reactividad del estrés no funcionan óptimamente. Esta desregulación puede
incluir aumento de la reactividad al
estímulo amenazador, disminución de la capacidad para finalizar la respuesta al
estrés y/o acople subóptimo entre el estado afectivo interno y el ambiente
externo. Esta disfunción puede resultar en desórdenes que van
de tristeza en un extremo a enfermedad bipolar en el otro extremo. La
naturaleza de la vulnerabilidad a estos desórdenes está relacionada con cómo el individuo responde al ambiente. Un
estudio reciente sobre la genética de la depresión concluye que “todos los
humanos llevan un menor o mayor número de factores de riesgo genético para la
depresión” y los hallazgos son consistentes con la desregulación del eje HHA en
la depresión.
Mientras el cerebro juega un rol clave en la
orquestación y afinación de la respuesta al estrés, es importante señalar que
el cerebro también es blanco de cambios a través del cuerpo, los cuales algunas
veces son un tipo de estrés tóxico. Esto incluye al síndrome metabólico y la
resistencia a la insulina, los cuales a menudo acompañan a la depresión. Los
mecanismos fisiológicos que subyacen a esta interacción cerebro-cuerpo están
recibiendo mucha atención y la compleja interacción entre estresores en la vida
temprana y factores metabólicos es analizada como una de las muchas trayectorias
que conducen a la enfermedad depresiva. Otros factores que influyen en la
respuesta del cerebro al estrés incluyen el incremento en los niveles
circulantes de glucocorticoides, la disrupción de los ritmos circadianos, la
disrupción del sueño, el estilo de vida
sedentario y otros. Los estudios postmorten en humanos no solo confirman los
efectos tóxicos de la depresión mayor sobre el cerebro sino que también revelan
la amplitud y complejidad de estas perturbaciones neurales a nivel celular y molecular. Esto es consistente con la
presencia de una significativa desregulación en el circuito del estrés,
especialmente en el hipocampo, pero también revela cambios dinámicos en otras
funciones importantes para la motivación y las funciones afectivas. Por ejemplo,
la expresión de genes circadianos está altamente alterada en la depresión mayor.
La desregulación cerebral revelada por
muchos estudios puede ser la causa o la consecuencia del proceso de
enfermedad.
La familia FGF es desregulada en la
depresión mayor. Los estudios translacionales revelan la relación de esta
familia no solo con la ansiedad y la depresión, sino también con el estrés, la
respuesta emocional y la vulnerabilidad o resiliencia en respuesta a
estresores. En particular, un miembro específico de la familia FGF, el FGF2,
funciona como un “antidepresivo
endógeno”. Los niveles de FGF2 en hipocampo y corteza frontal son bajos en
humanos con depresión, también
disminuyen en roedores expuestos a estrés social repetido y modulan al eje HHA
a través de los GR. La administración exógena de FGF2 funciona como
antidepresivo en animales con conducta depresiva y la administración neonatal
funciona como un factor de resiliencia protegiendo al animal contra el estrés
social y disminuyendo la conducta de ansiedad en animales altamente vulnerables
al estrés. Por el contrario, el FGF9, el cual está elevado en el cerebro
deprimido, funciona como un factor de vulnerabilidad que es aumentado por el
estrés crónico en modelos animales. La inhibición selectiva de FGF9 en el
hipocampo disminuye la conducta de ansiedad. El tratamiento con FGF2 en la vida
temprana resulta en cambios epigenéticos en GR en el hipocampo, incrementando
su asociación con una histona represiva, H3K9Me3, lo cual ilustra el rol de los
glucocorticoides y los factores de
crecimiento como moléculas que funcionan afinando la respuesta al estrés a
través de la vida del individuo.
La combinación de estudios de neuroimagen y
análisis postmorten en humanos revela que los desórdenes afectivos relacionados
con el estrés tienen un gran impacto sobre el cerebro, afectan la conectividad
en múltiples regiones cerebrales e impactan múltiples circuitos, tipos de
células y moléculas. Esto parece ser secundario a un proceso donde los
mecanismos de neuroplasticidad adaptativa resultan inadecuados para compensar
el desarrollo del estrés. Esta insuficiencia tiene consecuencias neurales y
conductuales, lo cual a su vez demanda un mayor esfuerzo en la adaptación y
compensación, hasta que estos mecanismos fallan y se manifiesta como un desorden devastador.
El cuadro que emerge de los estudios
neurobiológicos de depresión, conjuntamente con los análisis epidemiológicos,
pone en relieve la interrelación entre biología del estrés y salud general, la
cual es fuertemente influenciada por el contexto social. Esto involucra el
curso total de la vida, donde la pobreza así como otras formas de adversidad en
la vida temprana, incrementan desproporcionadamente el riesgo para diabetes,
depresión, enfermedad cardiovascular, adicción a drogas y, más tarde, demencia.
Más aún, el hipocampo y las regiones cerebrales interconectadas como amígdala y
corteza prefrontal muestran los efectos sobre la estructura y función que
acompañan a estas condiciones. La interacción entre contexto social y biología
del estrés nos lleva al concepto de carga alostática, el impacto de la
experiencia y el concepto de “exposoma”, lo cual refleja como la totalidad del
ambiente social y físico influyen sobre el cerebro y su capacidad para
funcionar cognitivamente y afectivamente. La suma total de experiencias puede
ser restrictiva y socavar el funcionamiento óptimo, pero al mismo tiempo, la
capacidad para adaptarse y remodelar el cerebro puede proporcionar
oportunidades para un cambio positivo. Numerosos estudios han revelado el
impacto positivo de actividades como el ejercicio regular y el aprendizaje
intenso en mejorar el volumen y la actividad del hipocampo y en mediar una
mayor resiliencia al estrés.
En conclusión, la neurobiología del estrés
representa la biología básica de los desórdenes afectivos. La desregulación de
este proceso provoca un rango de desórdenes afectivos relacionados con el
estrés, pero la biología del estrés también ofrece muchas oportunidades para un
cambio positivo no solo a través de la intervención médica sino también a
través de estrategias psicosociales con
énfasis en la salud general y la salud física como medios para activar la
resiliencia. Aunque queda mucho por descubrir, los neurocircuitos fundamentales
que subyacen estos procesos han sido delineados, los factores moleculares
claves han sido identificados y el impacto de este sistema sobre la
neuroplasticidad está bien establecido.
Fuente: McEwen BS,
Akil H (2020). Revisiting the stress concept: implications for affective
disorders. The Journal of Neuroscience 40:12-21.
OBTENGA LA CURACIÓN DEL VIH Y OTRAS ENFERMEDADES MORTALES CON MI MEDICINA BASADA EN LAS PLANTAS DE DR. BARBARA ¿ESTÁ USTED TENIENDO PROBLEMAS EMBARAZADA? PUEDO AYUDARLE O AMPLIAR EL PENE
ResponderBorrarOfrezco hechizos de todo tipo, como hechizos protectores que son valiosos para protegernos a nosotros mismos, a nuestros amigos, familiares, seres queridos, nuestro hogar, viajes, empleo, dinero, salud, mascotas, embarazo, agrandamiento del pene y muchas otras personas o cosas que apreciar recupera tu Ex. Puedo curar el VIH, el cáncer, la hepatitis, la gonorrea, la sífilis, cualquier enfermedad que se te ocurra contribuir a la solución con la ayuda de mis raíces y hierbas. No cobro por mi trabajo. Solo proporcionará el dinero que usaré para comprar los materiales necesarios para la preparación de la cura. Contáctame con la siguiente información
1. Su nombre y fecha de nacimiento
2. Nombres de otras personas involucradas en el hechizo
3. Fechas de nacimiento de otras personas (opcional, solo si esto se conoce)
4. Una breve historia de la situación
5. Un párrafo o dos, en tus propias palabras, del resultado exacto deseado de tu hechizo
6. tu ubicación
Puede contactarme a través del correo electrónico barbaravoodootempel@gmail.com
o whatsapp +2347032152878
Cuando reciba toda la información, me pondré en contacto con usted con las horas y fechas de su lanzamiento de hechizos, así como con cualquier otra información que necesite saber. No necesitarás hacer nada más excepto sentarte y saber que has comenzado un paso importante para mejorar tu vida. Póngase en contacto con el Dr. BARBARA Correo electrónico
barbaravoodootempel@gmail.com
o WhatsApp +2347032152878