Succinato y homeostasis de energía
La microbiota
intestinal reside principalmente en el intestino distal. Las investigaciones que demuestran que la composición genética de
la microbiota intestinal es alterada en la obesidad y las enfermedades metabólicas
sugieren que los cambios en la microbiota podrían tener un rol en la regulación
del metabolismo del huésped. Por otra parte, varios macronutrientes como las
proteínas de la dieta también son capaces
de influir en el metabolismo del huésped, especialmente en el
metabolismo de la glucosa. En este contexto, el posible rol de la fibra de la
dieta, a través de su fermentación por el intestino, es actualmente un tema de
mucho interés. La alimentación con fibra induce un cambio en la composición de
la microbiota intestinal con un incremento en Bacteroidetes y una disminución
en Firmicutes.
La fibra de la dieta corresponde
a los oligosacáridos que no
pueden ser metabolizados por las enzimas
intestinales del huésped, pero son metabolizados por la microbiota en el ciego y el colon. Los principales productos de la fermentación microbiana
son los ácidos grasos de cadena
corta (AGCC): acetato, propionato y butirato.
Estos metabolitos pueden ser usados eficientemente por la mucosa
intestinal y/o el metabolismo del huésped. La concentración de AGCC varía a lo
largo del intestino, con la mayor
concentración en el colon proximal. En la fibra de la dieta, los fructanos (o
fructo-oligosacáridos, FOS) han sido estudiados extensamente. Algunas
bacterias, como Bifidobacterium spp, expresan la enzima β-fructofuranosidasa y
son capaces de degradar los oligosacáridos. La presencia de FOS en el intestino
estimula el desarrollo de esta bacteria. Por ejemplo, un incremneto
significativo en Bifidobacterium spp se observa en ratones diabéticos
alimentados con fructanos tipo inulina. El incremento en Bifidobacterium se correlaciona inversamente con el
desarrollo de adiposidad e intolerancia
a la glucosa. Más aún, la suplementación con fructanos induce un incremento de
células L que producen GLP-1 en el yeyuno y el colon, lo cual podría ser el
origen de los beneficios metabólicos asociados con el GLP-1.
La producción de AGCC por la microbiota
intestinal podría explicar los efectos beneficiosos de la fibra de la dieta. Por
ejemplo, ratas y ratones alimentados con una dieta enriquecida con butirato
incrementan la termogénesis y el gasto de energía al tiempo que mejoran su
tolerancia a la glucosa. En humanos, los estudios usando la administración aguda y a largo
plazo de ester inulina-propionato, el cual puede ser metabolizado a propionato
en el colon, demuestran que aumenta significativamente la secreción de GLP-1 y
péptido YY (PYY) y concomitantemente se reduce la ingesta calórica y la
ganancia de peso. Por otra parte, estudios en roedores indican que el manejo de
la glucosa en la vena porta y su captación por el co-transportador de sodio
acoplado a glucosa 3 (SGLT3) en las paredes de la vena y la subsiguiente señal
al cerebro inician una serie de eventos referidos como la “señal de la glucosa
portal”. Esta señal promueve varios beneficios metabólicos, incluyendo la
disminución de la ingesta de alimentos y una mejoría en la sensibilidad a la insulina. La
gluconeogénesis intestinal (GNI), una liberación de glucosa por el intestino al
sistema porta, podría activar la señal de la glucosa portal y sus beneficios asociados. La activación de
la GNI por el butirato y el propionato subyace a los efectos metabólicos beneficiosos
de la fibra de la dieta. Esto es un factor clave en manera como la
función de la microbiota intestinal puede influir en el metabolismo del
huésped.
El succinato es un intermediario en el ciclo del ácido cítrico donde se
encuentra entre succinil–coA y fumarato. En el intestino, la microbiota produce
cantidades importantes de succinato,
especialmente a partir de la fermentación
de polisacáridos y oligosacáridos. El succinato producido por la
microbiota es un intermediario en la
síntesis de propionato y se acumula en poca extensión debido precisamente a su
conversión en propionato. Sin embargo, hay estudios que reportan un marcado
incremento en la concentración de succinato en el ciego de ratones alimentados
con dietas ricas en fibra. Los estudios
en humanos reportan una concentración de succinato de 1-3 nM en el contenido intestinal
y las heces, aproximadamente 2-4% del total de aniones orgánicos en las heces.
En ratones, la concentración de succinato en el ciego aumenta considerablemente
si la fibra es suplementada con una dieta rica en grasas. Los principales
productores de succinato en el intestino
son bacterias del phylum Bacteroidetes. El succinato activa células
dendríticas, por lo que actúa como modulador de la inflamación intestinal. En
línea con esta idea, un incremento en succinato, inducido por una dieta rica en
polifenoles, bloquea el crecimiento y la proliferación de células de cáncer de
colon así como también la angiogénesis. Más aún, la colonización de ratones con
bacterias Prevotella copri contribuye al mejoramiento del control de la glucosa, a través de
mecanismos dependientes e independientes de succinato.
Un potencial receptor para succinato,
llamado GPR91, fue descubierto en 2004.
Los estudios in vitro indican que el GPR91 también puede unir otros ácidos
carboxílicos, pero su afinidad por ellos es mucho menor que para el succinato,
lo que sugiere que el succinato es el ligando endógeno del GPR91. El GPR91 es
ampliamente expresado en el cuerpo, pero las concentraciones plasmáticas de
succinato varían de 2 a 20µM en ratones y humanos. Por lo tanto, en condiciones fisiológicas, la
activación del GPR91 por el succinato solamente es relevante en la luz
intestinal.
El propionato y el succinato han sido
descritos como eficientes sustratos para la producción de glucosa en el hígado.
Esto ha dado lugar a la hipótesis que,
en condiciones in vivo, el succinato podría ser convertido en glucosa por el
intestino como ha sido demostrado con el propionato. En efecto, el succinato
producido a partir de la fibra
dietética, como el propionato, inicia la señal glucosa en el eje intestino-cerebro
y sus beneficios metabólicos, en vez de llegar al hígado para incrementar la
producción hepática de glucosa y la glucemia periférica. Sin embargo, esta no ha
sido la explicación utilizada para los beneficios metabólicos conferidos al
huésped por la fibra. En su lugar, los
mecanismos que explican los beneficios de la fibra se basan en el diálogo con
el metabolismo intestinal del huésped que
resulta en la activación de la GNI y su capacidad de señalización hacia
el cerebro. En este contexto, hay estudios que reportan que los ratones KO del
gen G6pc (el principal gen involucrado en la producción de glucosa) exhiben
sobre peso e intolerancia a la glucosa cuando son alimentados con una dieta
rica en grasa conjuntamente con fibra o succinato. Este fenotipo se
observa a pesar de los cambios en la composición de la
microbiota intestinal. Por lo tanto, es la capacidad del huésped para usar
metabolitos bacterianos (especialmente propionato y succinato) para activar la
señal de glucosa en el eje intestino-cerebro y no los cambios en la composición
de la microbiota, que maneja los beneficios metabólicos de AGCC y succinato.
En conclusión, los ácidos grasos de cadena
corta, como el propionato y el butirato,
producidos por la fermentación de
oligosácaridos por la microbiota
intestinal son mediadores de los beneficios
metabólicos de la fibra dietética para el huésped. Estos beneficios metabólicos
resultan en la moderación del peso corporal. El propionato y el butirato
activan la gluconeogénesis intestinal, una función que ejerce beneficios
metabólicos a través de su
capacidad de señalización en el eje
intestino-cerebro. El succinato, precursor del propionato en el metabolismo
bacteriano, ejerce propiedades de señalización incluyendo la activación de la
gluconeogénesis intestinal.
Fuente: Vadder F,
Mithleux G (2018). Gut-brain signalling in energy homeostasis: the unexpected
role of microbiota-derived succinate. Journal of Endocrinology 236: R105-R108.