Relevancia
metabólica de los adipocitos dérmicos
La descripción del tejido adiposo blanco dérmico (dWAT) ha cambiado
de una estructura homogénea con un tipo de célula uniforme a una
estructura altamente heterogénea con propiedades mecánicas y eléctricas
determinadas primariamente por su localización. El depósito de dWAT en humanos tiene una geometría distinta a la de los otros depósitos de grasa conocidos y presenta una
correlación espacial con la
cicatrización hipertrófica. Los dWAT humanos se congregan alrededor de las unidades pilosebáceas produciendo los
“conos dérmicos”. Las unidades pilosebáceas contienen vainas pilosas, folículos
pilosos, glándulas sebáceas y músculos pilorectores. Las características
morfológicas de los conos dérmicos
dependen del área del cuerpo y la fase del ciclo del folículo
piloso. Cada cono dérmico tiene dos partes; una superior colocada en la dermis y una parte inferior (referida como una “bóveda grasa”) que atraviesa
la dermis y penetra al tejido adiposo blanco subcutáneo (sWAT). Las unidades de
dWAT constituyen estructuras verticales
que se conectan unas con otras a
través de la dermis interfolicular y
tienen un reservorio común de adipocitos en el sWAT. Esta geometría puede
influir en las propiedades metabólicas y funcionales del dWAT pues las unidades individuales
pueden interactuar unas con otras, a través de señales paracrinas, produciendo
grupos de células. Los adipocitos de estos depósitos de la dermis están
involucrados en varios procesos fisiológicos y patológicos como el ciclo del
folículo piloso, la curación de las heridas, la fibrosis cutánea, el
envejecimiento de la piel, la regulación de la temperatura y la protección
contra infecciones de la piel.
El análisis histológico de la piel humana revela que los conos dérmicos están presentes solamente en aquellas áreas del cuerpo donde con
mayor frecuencia se pueden producir cicatrices hipertróficas (mejilla, cuello,
tórax, abdomen, espalda, glúteos, brazos, antebrazos, dorso de la mano, muslos,
piernas, etc) y no se observan en áreas corporales menos proclives a la
cicatrización (feto en primeras etapas de desarrollo, palma de la mano, frente,
cuero cabelludo, etc). La existencia de estas correlaciones regionales
entre cicatrización y dWAT significa que
la estructura y el contenido del dWAT
son diferentes en las distintas áreas
del cuerpo, lo cual a su vez se refleja en las rutas espacialmente variables
involucradas en la curación de las heridas, el crecimiento del vello y la
fibrosis subcutánea en estas áreas.
Si el dWAT está involucrado en el proceso de curación de las heridas, se
puede suponer que los adipocitos
dérmicos están de alguna manera conectados con la cicatrización. El
aparecimiento de miofibroblastos en el
tejido dañado está conectado con su
diferenciación del pool de fibroblastos
existente o con la trans-diferenciación mesenquimal de las células epiteliales. Esta diferenciación es considerada un proceso irreversible. De
acuerdo con este modelo, la única manera
de remover los
miofibroblastos de baja motilidad del
tejido para evitar la cicatrización es
su muerte por apoptosis. Por lo tanto, la apoptosis defectuosa de los miofibroblastos parece ser la
principal causa de la fibrosis y la cicatrización. Sin embargo, estudios
recientes sugieren que este modelo
necesita ser revisado. Primero, los miofibroblastos no son células
terminalmente diferenciadas y tienen un fenotipo con un alto grado de
plasticidad (pueden re –o- desdiferenciarse en otros tipos de células). Segundo,
si bien la regulación disfuncional de la
apoptosis de los miofibroblastos puede tener un rol importante, está lejos de ser la única razón para la cicatrización de las heridas de la piel. Por ejemplo, en
condiciones de excesiva cicatrización, como el desarrollo de queloides, los
miofibroblastos desaparecen completamente después de la fase de granulación y no están presentes en las cicatrices
maduras. Tercero, el tejido adiposo está
directamente involucrado en la activación de fibroblastos en la herida. Cuarto,
los miofibroblastos pueden emerger a
partir de progenitores intradérmicos derivados del tejido adiposo. Más aún, una
nueva ruta, la transición adipocito-miofibroblasto (TAM), puede contribuir significativamente a la fibrosis. Estos
puntos colocan a los progenitores adipogénicos y a los adipocitos maduros con
un importante rol en la curación y cicatrización de las heridas, y sugieren un rol metabólico directo para
estas células.
Como cualquier otro depósito de tejido adiposo, el dWAT
contiene stem cells, preadipocitos y adipocitos maduros. La activación de
precursores adipogénicos y de la adipogénesis permite a los adipocitos dérmicos
poblar la piel herida conjuntamente con los fibroblastos. Los adipocitos
inmaduros no sólo son necesario, sino también suficientes para el ciclo del
folículo piloso. Las stem cells pueden diferenciarse en miofibroblastos o en células similares a los fibroblastos
usando factores de crecimiento presentes en el lecho de la herida. En este
contexto, el factor de crecimiento transformante β (TGFβ) puede estimular el fenotipo miofibroblástico,
mientras el factor de crecimiento fibroblástico básico (bFGF) reduce esta
conversión. Los miofibroblastos a su vez pueden rediferenciarse en células
similares a fibroblastos, lo cual permite que estas células desaparezcan
sin necesidad de apoptosis cuando finaliza el proceso de curación de la
herida.
Un modelo bien caracterizado de fibrosis dérmica involucra la
administración subcutánea de inyecciones
diarias de bleomicina por dos semanas.
Esto provoca un incremento progresivo en el engrosamiento de la dermis y
depósito de colágeno, lo cual termina en fibrosis dérmica asociada con una
marcada atenuación de la capa adiposa
intradérmica. La pérdida de adipocitos intradérmicos después del tratamiento con bleomicina no
puede ser explicada solamente por apoptosis
intradérmica. Los autores proponen
que la fibrosis dérmica puede aparecer
a través de la transdiferenciación de los adipocitos dérmicos. Otro
estudio reporta que la molécula similar a resistina α (RELMα/FIZZ1) puede
causar la supresión de genes específicos de adipocitos,
provocando la desdiferenciación al tiempo que induce la expresión de actina de
músculo liso α (αSMA) y colágeno tipo I, lo cual refleja una transición a
miofibroblastos. La transición adipocito-miofibroblasto puede ser de primaria
importancia para la fibrogénesis cutánea. Esto tiene implicaciones adicionales
en el contexto de la pérdida de tejido adiposo
que frecuentemente se correlaciona
con fibrosis en la lipodistrofia secundaria a paniculitis, enfermedades
autoinmunes y caquexia por cáncer.
Hay factores adicionales que pueden ser críticos para el
proceso local de fibrosis. Por ejemplo, el factor de crecimiento de tejido
conectivo (CTGF, también conocido como CCN2) puede inducir la diferenciación de
células mesenquimales/estromales (MSC)
en fibroblastos en la médula ósea humana. Más aún, los niveles de
expresión de CTFG se correlacionan con
la cantidad de fibrosis peri-adipocito
en WAT de individuos obesos.
Otro proceso fisiológicamente importante es la
reestructuración de la almohadilla grasa de la glándula mamaria durante la
lactancia, un proceso que se mantiene incompletamente entendido. En la fase final del embarazo y en el
postparto, muchos adipocitos desaparecen en los lóbulos que producen la leche y
reaparecen durante la involución de esas
estructuras. Algunos estudios sugieren como posible mecanismo una transición de
adipocitos a células epiteliales. Otra posibilidad es la apoptosis de los
adipocitos. Una tercera posibilidad es la TAM. Tanto la transición
adipo-epitelial como la TAM tienen roles
importantes en procesos que involucran al dWAT. Por ejemplo, los procesos de
remodelación epitelial-mesenquimal están fuertemente involucrados en el ciclo del folículo piloso,
especialmente durante la fase de crecimiento activo en el extremo distal del
folículo piloso. Esto se correlaciona con el desaparecimiento de adipocitos
dérmicos durante la fase media y la masiva producción de estas células durante la fase tardía del ciclo, cuando el proceso de remodelación
epitelial-mesenquimal es fuertemente suprimido. Por su parte, la TAM está
involucrada en la formación de las llamadas “cintas de tejido conectivo”, las
cuales son rastros fibrovasculares residuales
que representan la transición en la parte inferior del folículo piloso.
En el feto, el tejido adiposo se desarrolla
progresivamente de la semana 14 a la
semana 24 de gestación, mientras los folículos pilosos aparecen alrededor de la semana 10. Entonces, si la TAM
está involucrada en la cicatrización
dérmica por curación de la herida, este proceso debe estar completamente
ausente durante el primer trimestre de la gestación, lo que explicaría la
carencia de formación de cicatriz durante el proceso de curación de la herida
en ese tiempo. Por otra parte, la mucosa
oral, otra área que no forma cicatriz en
ningún estadio del desarrollo o en el
adulto no contiene ningún tejido adiposo intradérmico. La mucosa oral contiene la lámina propia, una
delgada capa de tejido conectivo situada debajo
del epitelio. Por lo tanto, la
falta de cicatrización en la mucosa oral también se correlaciona con la ausencia de adipocitos dérmicos en este tejido.
El conocimiento actual sobre las propiedades metabólicas
del dWAT deriva principalmente de
estudios en roedores, los cuales sugieren un importante rol del dWAT en la
termorregulación que incluye la involución y expansión de la capa de dWAT en respuesta a los
cambios en la temperatura ambiente. En
comparación con el sWAT, el dWAT puede
responder a otros factores y de
diferentes maneras. Mientras el sWAT normalmente responde a la exposición al
frío con la liberación de ácidos grasos
y la inducción de la “marronización”
del WAT, el dWAT reacciona con
una significativa expansión de su
grosor. Este efecto es reversible al menos en el rango de temperaturas fisiológicas. Más aún, este proceso alcanza una respuesta máxima y “saturación”, es decir, no progresa hacia
una mayor expansión con disminuciones
mayores de la temperatura. Otro efecto
metabólico del dWAT está relacionado con el ácido hialurónico (AH), el cual es
abundante en la dermis y proporciona una estructura de matriz extracelular que
es diferente a la del sWAT. Un posible
rol del AH consiste en conferir al adipocito resistencia al estímulo lipolítico. Estos ejemplos sugieren que dWAT y sWAT no sólo tienen
estructuras diferentes, sino también
reaccionan diferentemente a las manipulaciones extrínsecas.
Con relación a los efectos hormonales en la piel, hay una
marcada interacción de los adipocitos dérmicos con los andrógenos. Después de
la gonadectomía, el dWAT incrementa su grosor en ratones machos y hembras,
mientras que el tratamiento con dihidrotestosterona causa su reducción, lo cual
podría estar relacionado con inhibición de la diferenciación de adipocitos. La reducción de dWAT se correlaciona
con inhibición del crecimiento del folículo piloso. Otra hormona relevante en
este contexto es la hormona tiroidea, la cual induce la expresión de proteína
desacopladora 1 (UCP 1) en el WAT a través del receptor TR-β. La hormona
tiroidea también es un regulador de la adipogénesis y puede estar involucrada en la proliferación y diferenciación de los preadipocitos. Surge, entonces, la
pregunta si algunos efectos conocidos de
la hormona tiroidea sobre la piel, como el incremento del grosor dérmico, están conectados con el dWAT. Por lo tanto,
es posible que algunos efectos hormonales en la piel no sean mediados
directamente por fibroblastos y keratinocitos, sino indirectamente a través de la modulación de dWAT.
Recientes observaciones sugieren que los adipocitos
dérmicos están involucrados en la protección de la piel contra las infecciones. En ratones,
la infección de la piel con Stafilococus aureus causa una significativa
expansión del dWAT e induce la producción
de catelicidina (un péptido antimicrobiano) por los adipocitos dérmicos. Más
aún, los ratones con alteraciones en la adipogénesis tienen una reacción inmune
disminuida contra esta bacteria. Diversos estudios sugieren que los péptidos antimicrobianos están involucrados en la patogénesis del acné. Dado que la
catelicidina ejerce efectos proinflamatorios, la sobre expresión de este péptido provoca inflamación local en
la piel. Por el contrario, la pobre expresión
de catelicidina como resultado de una débil -o ausencia de–
respuesta del dWAT puede estar
relacionada con la supresión de la respuesta inmune en la piel. Si los
adipocitos dérmicos de humanos producen
péptidos antimicrobianos es algo que aún se mantiene en investigación.
En conclusión, el dWAT tiene importante
participación en procesos como respuesta
inmune, curación y cicatrización de heridas, crecimiento del folículo piloso y
termorregulación. Las contribuciones metabólicas del dWAT han sido atribuidas,
al menos en parte, a sus propiedades de aislante térmico y a su respuesta a la
exposición al frío. En este contexto, el dWAT emerge como un tejido involucrado
en las reacciones hormonales en la piel y en el crecimiento del folículo
piloso.
Fuente: Kruglikov IL y Scherer PE (2016). Dermal
adipocytes: from irrelevance to metabolic targets? Trends in Endocrinology
and Metabolism 27: 1-10.