Ritmo circadiano, estrés y
tejido adiposo
Los relojes circadianos influyen en casi todos los procesos biológicos
incluyendo el ciclo sueño-vigilia, la ingesta de alimentos, el metabolismo
energético, la temperatura corporal, la función inmune, la función
cardiovascular y la proliferación celular. La sincronización del reloj
circadiano al ambiente externo ocurre a través de estímulos como la luz y la
ingesta de alimentos. Actualmente, se
acepta que la regulación circadiana
ocurre de manera jerárquica con un reloj master que reside en los núcleos
supraquiasmáticos (NSQ) del hipotálamo anterior, el cual recibe el impulso
luminoso a través del tracto retinohipotalámico
y coordina los relojes localizados en
tejidos centrales y periféricos. En los mamíferos, se considera que la mayoría de tejidos y
células contienen relojes funcionales
similares al del NSQ y que la glándula suprarrenal juega un rol clave en la
organización jerárquica, pues los ritmos de los glucocorticoides sincronizan
los relojes de varios tejidos periféricos y centrales. De acuerdo con el modelo
actual, un reloj circadiano
consiste en asas interconectadas
de retroalimentación transcripción-translación, con el brazo positivo compuesto
por los factores de transcripción “circadian locomotor output cycles
kaput” (CLOCK), “neuronal Pas domain-containing protein 2”
(NPAS2) y “brain and muscle aryl hidrocarbon receptor nuclear translocator-like
1” (BMAL1, también llamado ARNTL o MOP3). Estos factores forman heterodímeros vía
dominios PAS para activar la transcripción de genes que contienen factores de
transcripción circadianos unidos a los elementos E-box como “Period” (per 1-3)
y “Cryptochrome (Cry1/2) que son expresados durante el día subjetivo y forman
el brazo negativo del asa. Los complejos PER/CRY se trasladan al núcleo en
donde se acumulan con el tiempo e inhiben la actividad CLOCK-αBMAL1 O NPAS2-BMAL1.
De esta manera, la transcripción de Per y Cry es suprimida durante la noche
subjetiva y el ciclo se completa hacia la mañana cuando los complejos Per/Cry son degradados y es liberada la inhibición de CLOCK/NPAS-BMAL1.
La estabilización del asa incluye los receptores nucleares REV-ERBα, REV-ERBβ y
RORα, los cuales regulan la expresión de Bmal1,
y los factores de transcripción DEC1 y DEC2.
Los glucocorticoides son componentes clave del eje
hipotálamo-hipófisis-adrenales (HHA) y actúan como efectores finales de este
eje sobre otros sistemas. El eje HHA es regulado en un asa de retroalimentación
negativa. La producción de los neuropéptidos hormona liberadora de
corticotropina (CRH) y arginina vasopresina (AVP) ocurre en el núcleo
paraventricular (NPV) del hipotálamo bajo la influencia circadiana del NSQ y
las señales inducidas por el estrés en el tallo cerebral y el sistema límbico.
Ambos péptidos alcanzan la hipófisis a
través del sistema de vasos sanguíneos porta hipofisiario y estimulan la
secreción de hormona adrenocorticotropa
(ACTH) en la circulación. La ACTH
a su vez estimula la producción
de glucocorticoides en la corteza suprarrenal, los cuales intervienen en
la retroalimentación negativa que
inhibe la producción de CRH en el NPV y de ACTH en la hipófisis. La
esteroidogénesis en la corteza suprarrenal ocurre cuando la ACTH se une al receptor melanocortina 2 (MC2R) y se
activa la ruta de señalización AMPc-PKA
que resulta en la transcripción
de genes esteroidogénicos como la enzima para el clivaje de la
cadena lateral del colesterol (CYP11A1)
y la proteína reguladora de la esteroidogénesis aguda (StAR). La etapa
limitante de la producción de glucocorticoides ocurre con el transporte de colesterol en las células
adrenocorticales a través del receptor
clase B miembro 1 (SR-B1) y el receptor de lipoproteína de baja densidad, y en las mitocondrias por la StAR.
La liberación rítmica de glucocorticoides
en la circulación en condiciones de no estrés ocurre de manera circadiana. El pico de la secreción
circadiana de glucocorticoides ocurre en la etapa tardía de luminosidad, antes del inicio de la fase activa, en las especies nocturnas,
y en la fase tardía de oscuridad en las
especies diurnas, incluyendo humanos. Al
patrón circadiano se superpone un ritmo ultradiano de pulsos de secreción cada 80-110 minutos en
humanos y 50-60 minutos en ratas. El ritmo ultradiano es independiente del
NSQ y de cualquier conexión entre el
hipotálamo y la hipófisis, y es controlado
por un asa de retroalimentación negativa donde la señal
glucocorticoide a través de receptores
glucocorticoides (GR) suprime la
secreción de ACTH. El GR (también llamado NR3C1) es expresado ampliamente en el
cuerpo pero está ausente en el NSQ y es el mediador de los efectos agudos de
los glucocorticoides, los cuales se unen
al GR solamente durante el pico
de los pulsos ultradianos y rápidamente se disocia de este receptor.
Los glucocorticoides también se unen con gran afinidad al receptor
mineralocorticoide (MR), el cual tiene
una distribución más tejido-específica que el GR y
exhibe una activación permisiva o de larga duración durante el pico de secreción circadiana de
glucocorticoides. Hay evidencia de la participación del MR en la función del
tejido adiposo, los glucocorticoides a través de este receptor
modulan la adipogénesis.
La regulación circadiana de
glucocorticoides no es controlada solamente por el eje HHA, otros factores
también influyen. El NSQ, además de su influencia en el eje HHA, también ejerce sus efectos sobre las
glándulas suprarrenales a través del sistema nervioso autónomo. Por otra parte,
la glándula suprarrenal posee su propio
reloj circadiano. En el eje HHA, existen
ritmos circadianos de la concentración circulante de ACTH y de la expresión de CRH en el NPV, pero estos
ritmos no sincronizan bien con la
regulación rítmica de la concentración de glucocorticoides. Más aún, los ritmos de glucocorticoides
persisten en ausencia de los ritmos de
ACTH o CRH. El NSQ ejerce control
autonómico sobre los ritmos de
glucocorticoides a través de las
neuronas del NPV que se proyectan a las neuronas preganglionares simpáticas de
la medula espinal y la inervación esplácnica
de la glándula suprarrenal. La importancia de la influencia
autonómica sobre los ritmos de los
glucocorticoides ha sido demostrada en ratas hipofisectomizadas y en ratas con
transección del nervio esplácnico. La expresión rítmica de los genes reloj ha
sido demostrada en la corteza adrenal de roedores y primates. Aproximadamente 10% de los transcriptomas
adrenales murinos exhiben variación circadiana, incluyendo genes involucrados
en el transporte del colesterol, la esteroidogénesis y la señal ACTH. El reloj
adrenal tiene un importante rol en la
regulación de la sensibilidad adrenal a
la ACTH.
El eje HHA, a través de los glucocorticoides, ejerce influencia sobre
muchos procesos biológicos y se ha propuesto que los glucocorticoides tienen un rol importante en la
sincronización de los ritmos circadianos
periféricos. Los glucocorticoides influyen en la expresión de genes a través de los receptores GR. Los GR
citoplasmáticos, cuando son activados sufren
un cambio conformacional y, después de su dimerización, son translocados al
núcleo en donde activan la transcripción de genes mediante la unión a los
elementos de respuesta de glucocorticoides (GRE). Estos GRE regulan la expresión de varios genes incluyendo algunos genes reloj como
Per1, Per2, Npas2 y Rev-erbβ. Por otra parte, estudios in vitro indican que
CLOCK/BMAL1 es capaz de interactuar físicamente
con el GR e inhibir la unión a los sitios GRE para suprimir la expresión
de genes estimulada por glucocorticoides.
La asincronía entre el reloj central del NSQ y los osciladores periféricos
puede ocurrir por un inapropiado horario de ingesta de alimentos. El horario
de la ingesta de alimentos puede ser influenciado por factores ambientales o sociales como el
horario de trabajo o viajes que atraviesan varios husos horarios. Hay evidencia
que la disrupción de los ritmos diurnos de alimentación puede ser inducida por
dietas ricas en grasas. Esta alteración de la dieta es acompañada con alteraciones en los ritmos
de la expresión de los genes reloj en hígado y tejido adiposo así como también alteraciones de los ritmos de varios
factores metabólicos circulantes incluyendo glucocorticoides y leptina. Estos
hallazgos indican que el horario de ingesta de alimentos es importante para el mantenimiento de la
sincronía entre el reloj central y los osciladores periféricos. Por otra parte, estudios recientes reportan
una correlación entre la distribución de la grasa abdominal, el elevado
contenido de lípidos en la dieta (particularmente ácidos grasos saturados) y
disturbios del eje HHA. En roedores, las alteraciones genéticas en el reloj
circadiano provocan disrupción del ritmo
de alimentación y alto riesgo de
enfermedades metabólicas. Por ejemplo,
los ratones con mutaciones en el gen Clock exhiben pérdida de la expresión
rítmica de varios genes importantes para la regulación del apetito en el hipotálamo.
Cuantitativamente, la mayor parte del tejido adiposo blanco (TAB) es de
origen subcutáneo o visceral en los humanos.
Mientras el tejido adiposo subcutáneo
funciona principalmente como depósito de
energía, el tejido adiposo visceral tiene gran actividad endocrina. Los adipocitos blancos acumulan energía en la
forma de triglicéridos, los cuales son absorbidos directamente de la
circulación o generados por lipogénesis de novo. A través de la lipólisis, los adipocitos
blancos degradan los triglicéridos y liberan el glicerol y los ácidos grasos
resultantes a la circulación para apoyar
a otros órganos durante una situación
de demanda energética o de estrés agudo.
Muchos genes que codifican enzimas claves de la lipogénesis y la lipólisis son
blancos directos del reloj circadiano.
El sistema de tiempo circadiano regula la tasa de almacenamiento y
movilización de lípidos en el curso del
día para asegurar un aporte óptimo de energía. La acción del tejido adiposo es
dictada por las fases de actividad y reposo del ciclo diario. En los humanos,
esto significa que la lipogénesis y el almacenamiento de lípidos ocurren
durante el día cuando la ingesta de alimentos cubre la demanda de energía y,
recíprocamente, la liberación de glicerol y ácidos grasos libres ocurre
predominantemente en la noche.
Las adipoquinas, hormonas producidas
y secretadas por los adipocitos adultos, regulan diversos procesos biológicos y
subyacen al rol clave del tejido adiposo en la regulación de la homeostasis de
energía. Estas hormonas están involucradas en aspectos importantes del control
del metabolismo de lípidos, y la disposición de glucosa. La secreción de varias
adipoquinas, particularmente leptina y adiponectina, está bajo control
circadiano. La ritmicidad de la secreción de adipoquinas se debe a
osciladores circadianos intrínsecos, un control combinado a través del marcapaso “master” en el NSQ y
de control local a nivel de los relojes de los adipocitos. Gran parte de la
actividad metabólica del tejido adiposo depende de las interacciones entre
leptina, adiponectina e insulina. La leptina puede actuar directamente en el
hipotálamo para incrementar el recambio de energía e inhibir el apetito. Independientemente de
la diurnalidad o nocturnalidad de la especie,
los picos de la concentración de leptina se presentan durante la noche. En los
humanos esto tiene lugar durante la fase de reposo normal, cuando el hambre es
suprimida y el recambio metabólico en el tejido adiposo sostiene la demanda
energética. La adiponectina es importante para la modulación de la captación
celular de glucosa y la sensibilidad del adipocito a la insulina. Mientras en
los sujetos delgados, los niveles circulantes de adiponectina y leptina oscilan
inversamente, en los sujetos obesos, la concentración de adiponectina disminuye
y la de leptina aumenta. Por otra parte, la expresión de GR en el TAB también
oscila con un ritmo diurno. En condiciones de no estrés, la expresión del ARNm
de GR en el BAT de la rata alcanza un pico en la transición entre el período de
luz/inactividad y el período de oscuridad/actividad.
El reloj intrínseco del adipocito es sincronizado por el NSQ vía neuronal y
rutas endocrinas. Estas rutas del NSQ
interactúan con la del eje HHA y las disrupciones del eje HHA están asociadas
con obesidad. En humanos, la obesidad se correlaciona con un incremento en la
producción y degradación de glucocorticoides que resulta en una mayor tasa de
recambio de cortisol. Por otro lado, el estrés crónico se correlaciona con una
disrupción de la ritmicidad de la función del tejido adiposo, lo cual puede
incrementar la propensión a ganancia de
peso y adiposidad promoviendo el desarrollo de trastornos metabólicos. Por el
contrario, la respuesta al estrés está aumentada en los diferentes estados
metabólicos, particularmente en condiciones de obesidad. Los glucocorticoides
aumentan la secreción de leptina por los adipocitos en humanos y roedores. En
este contexto, se postula que el efecto estimulador central de los glucocorticoides sobre la ingesta de
alimentos podría ser contrarregulado por los niveles elevados de leptina y que
las acciones centrales de la leptina podrían ser inhibidas bajo influencia de
los glucocorticoides. Es de hacer notar, sin embargo, que el impacto de los
glucocorticoides sobre las diferentes clases de tejido adiposo varía
enormemente.
Estudios recientes sugieren un asa de retroalimentación adipo-adrenal con
la leptina en el brazo supresor y el eje HHA, específicamente los
glucocorticoides, en el brazo positivo. El mecanismo de acción para la
supresión de la concentración de glucocorticoides por la leptina podría estar
localizado en el hipotálamo, pues la secreción de CRH por las neuronas
hipotalámicas es inhibida por la
leptina. La leptina también es capaz de
actuar directamente con receptores
funcionales presentes en la corteza adrenal y, en menor extensión, en la médula
adrenal. Estos hallazgos sugieren un rol
regulador de la leptina sobre el eje
HHA a través de la modulación del ritmo
de glucocorticoides. Esto es de mucho interés
en el contexto de las enfermedades metabólicas, pues las alteraciones de
los perfiles de leptina (resistencia a la leptina, insuficiente producción o
señalización de leptina) acompañadas con
obesidad pueden interactuar con el eje
HHA para contribuir a los desordenes metabólicos. También se han descrito
interacciones entre el eje HHA y la adiponectina. Los glucocorticoides y la
ACTH suprimen la secreción de adiponectina por el TAB en humanos y roedores.
Sin embargo, los efectos de la adiponectina sobre la secreción de
glucocorticoides son contradictorios. Por otra parte, varias citoquinas
inflamatorias (IL-6, TNF-α y quemerina) producidas y secretadas por el tejido
adiposo fluctúan rítmicamente durante el
día y alcanzan un pico durante la fase de reposo. Los glucocorticoides, en
línea con su función inmunosupresora, contrarrestan esta liberación de
citoquinas.
En conclusión, los ritmos circadianos son gobernados por una red endógena
de relojes celulares y sirven como
adaptación a los cambios diarios en el
ambiente del organismo. Los relojes circadianos han sido descritos en varios tejidos del eje HHA y en el tejido
adiposo en donde regulan la liberación rítmica y estimulada de hormonas del
estrés y adipoquinas. A través de la
liberación de factores endocrinos (glucocorticoides y adipoquinas), los
sistemas HHA y adiposo se comunican uno
con otro y regulan la respuesta al estrés y el metabolismo energético. En el
estrés agudo, la acción de los glucocorticoides a nivel del hipotálamo inicia
el retorno a las condiciones homeostáticas
y al mismo tiempo moviliza energía de los depósitos del cuerpo. Sin
embargo, ciclos sueño/vigilia irregulares, el jetlag o los cambios de horario laboral pueden
llevar a una disrupción constante de procesos circadianos semejante a los efectos de la exposición al estrés crónico. La
activación persistente del eje HHA resulta en elevación de la glucemia,
hiperinsulinemia y resistencia a la leptina.
Fuente: Kolbe I et al (2015). Circadian clocks and the
interaction between stress axis and adipose function. International Journal of
Endocrinology Article ID 693204.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario