Metabolómica de la diabetes
tipo 2
La investigación metabólica ha tenido un gran avance con el uso de
técnicas de química analítica para
definir fenotipos metabólicos asociados con determinadas patologías. Estas
técnicas facilitan el análisis de diferentes sustancias que en conjunto forman el complemento
metabólico de un organismo. El
desarrollo y la adaptación de este
enfoque ha dado lugar al campo de la metabolómica (también conocida como
metabonómica). La metabolómica ayuda a medir los metabolitos (moléculas
pequeñas) presentes en una célula, un tejido o un organismo, durante
alteraciones genéticas o estímulos fisiológicos, mediante el uso de técnicas de
química analítica. El metabolomo es el
producto terminal del genoma y consiste en el complemento total de todos los
metabolitos que un espécimen biológico necesita para crecer y mantener su
función normal en un estado fisiológico específico. Las estrategias metabolómicas
se dividen en dos grupos: sin blanco
definido y con blanco definido. La primera, consiste en el análisis de todos los componentes medibles en una
muestra incluyendo compuestos desconocidos. La segunda, consiste en la medición de grupos definidos de metabolitos caracterizados
químicamente. Las dos técnicas analíticas más usadas en la metabolómica son la espectrometría de
masa y la espectroscopia por resonancia
magnética nuclear (NMR). La espectrometría de masa es un método más sensible que la NMR.
Las técnicas metabolómicas han permitido
identificar biomarcadores de diferentes enfermedades humanas, como la diabetes
tipo 2. El interés en el uso de la metabolómica como método para descubrir biomarcadores de la diabetes
obedece, en aparte, a la etiología metabólica de la enfermedad. Por lo tanto,
se espera que un método que se basa en la medición de metabolitos resulte más efectivo para definir los cambios
asociados con una enfermedad metabólica
como la diabetes tipo 2.
La Administración de Alimentos y Drogas (FDA) de los Estados Unidos define
un biomarcador como “una característica
que es objetivamente medida y evaluada como indicador de procesos
biológicos normales, procesos patológicos o respuestas farmacológicas a una
intervención terapéutica”. Clínicamente,
los biomarcadores son usados para monitorear el progreso de una enfermedad o
para medir los efectos de un tratamiento específico. En el caso de la diabetes, la necesidad de nuevos biomarcadores es relativamente
reciente porque el incremento de la glucosuria ha sido utilizado como un marcador
confiable y también porque la deficiencia de producción o acción de la insulina
rápidamente se manifiesta como hiperglucemia, otro marcador bastante confiable.
Sin embargo, una vez que la enfermedad
se hace presente, los predictores clínicos actuales (glucosa e insulina en
ayunas, índice de masa corporal), aunque útiles para determinar riesgos en la
diabetes, son de poca ayuda para el entendimiento patológico de la enfermedad. A pesar de los sustanciales avances en la
genética de la enfermedad, con la identificación de aproximadamente 20 “loci” que contribuyen
al riesgo de diabetes, estos “loci”
tienen pequeños efectos y representan sólo
5-10% del componente hereditario de la
enfermedad. El limitado rol de la herencia
refleja en parte que en la mayoría de personas, la resistencia a la
insulina deriva de la interacción de la predisposición genética con factores
ambientales como dieta, contaminación, estilo de vida y reducción de ejercicio
físico. Más aún, la restauración del
metabolismo normal de la glucosa en los individuos pre-diabéticos con
resistencia a la insulina a través del uso de dieta, ejercicio o intervención
farmacológica, puede retardar o prevenir el progreso de la diabetes tipo 2. Por
lo tanto, hay una necesidad clínica real de identificar marcadores de resistencia
a la insulina y diabetes capaces de predecir la enfermedad antes del
establecimiento de los síntomas. En este contexto, la metabolómica ha hecho
importantes contribuciones para
identificar biomarcadores asociados con la resistencia a la insulina y con el
riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
La característica definitiva de la diabetes tipo 2 es la alteración de la
homeostasis glucosa-insulina, generalmente con la obesidad de fondo. Los metabolismos de la glucosa y los lípidos
frecuentemente son parte de estudios
clínicos y está bien establecida la asociación entre aminoácidos circulantes y
concentraciones de insulina, con varios aminoácidos que muestran un efecto insulinotrópico. Las concentraciones aumentadas de leucina,
isoleucina y glicerol constituyen los más fuertes predictores metabólicos de la
baja sensibilidad a la insulina. Por lo tanto, estos aminoácidos de cadena ramificada (BCAA) pueden ser utilizados para monitorear el
desarrollo de la resistencia a la insulina. Las concentraciones circulantes
aumentadas de los BCAA permiten
diferenciar los perfiles metabólicos de pacientes obesos de los de individuos delgados y pueden estar
involucradas en el inicio de la
resistencia a la insulina. Las ratas
alimentadas con dietas ricas en grasa suplementadas con BCAA ganan peso y
desarrollan resistencia a la insulina mientras que las ratas con dietas ricas
en grasas sin BCAA no desarrollan resistencia a la insulina. En un estudio
metabolómico con 40 pacientes diabéticos y 60 controles seleccionados aleatoriamente, los BCAA resultaron asociados con diabetes. Los estudios metabolómicos también han identificado
asociaciones entre resistencia a la insulina y otras clases de aminoácidos
y sus intermediarios metabólicos. Por ejemplo, el glutamato se
correlaciona fuertemente con resistencia a la insulina y un incremento de la
relación glutamina/glutamato predice un riesgo reducido de inicio de diabetes
en humanos. Esta asociación también ha sido explorada en ratones y se ha
demostrado que la suplementación de glutamina durante ocho semanas mejora la
tolerancia a la glucosa y que las concentraciones circulantes de glutamina se
correlacionaron inversamente con las de
BCAA. La naturaleza de esta
asociación no está clara pero se especula
que la glutamina podría aumentar
la liberación de péptido glucagonoide 1 (GLP-1), el tráfico del transportador de glucosa GLUT 4, la
secreción de insulina o la sensibilidad del tejido adiposo a la insulina. Las
asociaciones reciprocas de glutamina y glutamato con la diabetes podrían
también reflejar el rol del glutamato
como intermediario del ciclo de ácidos
tricarboxilico: a través de la
conversión en α-cetoglutarato, las altas concentraciones de glutamato podrían proporcionar una fuente alterna de energía a
la utilización de glucosa vía glucolisis o de ácidos grasos vía β-oxidación. Los hidroxiácidos formados,
en parte, durante el metabolismo de los aminoácidos también han sido asociados
con la resistencia a la insulina. En este sentido, la concentración aumentada
de α-hidroxibutirato es considerada el metabolito más discriminatorio en términos de resistencia a la insulina. Los investigadores sugieren
que el α-hidroxibutirato puede ser un predictor positivo de pobre control glucémico o diabetes. Aparentemente, el
α-hidroxibutirato inhibe la secreción de insulina inducida por la glucosa. Por
otra parte, varias investigaciones metabolómicas han registrado una asociación inversa entre
glicina y diabetes u obesidad y sugieren que la resistencia a la insulina
podría resultar en la expresión aumentada de
la síntetasa de ácido δ-aminolevulínico y por consiguiente en la
producción de ácido 5-aminolevulínico a partir de glicina o que el estrés oxidativo
asociado con diabetes produce un incremento de la demanda de glutation
y la depleción de la glicina circulante.
Los estudios metabolómicos pueden también proporcionar marcadores de la
efectividad de las intervenciones clínicas
para mejorar el fenotipo metabólico de los pacientes. Por ejemplo, el
bypass gástrico es considerado un tratamiento efectivo para pacientes
severamente obesos porque induce pérdida de peso y una de las principales
características de esta intervención es la rápida mejoría de la sensibilidad a
la insulina. El análisis metabolómico ha sido usado para investigar las
pronunciadas alteraciones metabólicas que ocurren después de la cirugía y
especialmente para investigar cómo la restauración de la sensibilidad a la insulina afecta el metabolismo de los BCAA. En uno de
esos estudios, la pérdida de peso después del bypass gástrico fue asociada con disminución de las concentraciones
circulantes de BCAA.
A partir de los estudios metabolómicos han surgido varias explicaciones
para el incremento de BCAA circulantes
en personas obesas e individuos con pre-diabetes, entre ellas, la
expresión alterada de los genes en las
rutas catabólicas de los BCAA. Una teoría reciente, apoyada por numerosos
estudios, involucra al metabolismo de los BCAA en el tejido adiposo. Modestas
perturbaciones de las enzimas
catabólicas pueden afectar
sustancialmente las concentraciones circulantes de BCAA. El catabolismo de los
BCAA en el tejido adiposo está inhibido en modelos animales de obesidad y
aumentado en la grasa subcutánea de
pacientes después de cirugía bariátrica
y pérdida de peso. Más aún, la sensibilidad a la insulina se correlaciona
altamente con la expresión de genes catabólicos de los BCAA en el tejido
adiposo blanco de pacientes, una asociación
que también ha sido notada en modelos animales de diabetes. Estos hallazgos
sugieren que la disminución del
catabolismo de BCAA en el tejido adiposo resistente a la insulina influye en
las concentraciones circulantes de metabolitos de BCAA. Los BCAA también pueden
contribuir directamente a la resistencia a la insulina. Estudios recientes reportan que los BCAA de
la dieta pueden inducir resistencia a la insulina a través de un mecanismo que involucra al eje
mTOR-JUN-IRS-1en músculo esquelético. La
insulina también tiene un efecto directo sobre el metabolismo de los BCAA en
músculo esquelético, disminuyendo la oxidación de los BCAA a través de la
regulación de las enzimas catabólicas
BCAA aminotransferasa y deshidrogenasa de cetoácidos de cadena ramificada. Sin embargo, para
algunos investigadores, no son las concentraciones de BCAA las que contribuyen
a la diabetes sino las concentraciones de los productos de la degradación de
BCAA, es decir α-cetoácidos. El incremento del catabolismo de BCAA en el musculo
esquelético resulta de la disminución de la sensibilidad a la insulina, y el
incremento de la disponibilidad de sustratos puede contribuir a la resistencia a la insulina. Algunos
investigadores han propuesto que la
función de los BCAA en un medio hiperlipémico contribuye al desarrollo de
resistencia a la insulina. En este contexto, las concentraciones
aumentadas de BCAA sobrecargan las rutas catabólicas en hígado y músculo esquelético, aumentando
la producción de los catabolitos
succinil-CoA y propionil–CoA
reduciendo la β-oxidación de ácido grasos y el catabolismo de la glucosa. La pérdida de eficiencia en las rutas
oxidativas centrales amplifica la oxidación de productos parcialmente oxidados,
incrementa el estrés mitocondrial, reduce la sensibilidad a la insulina y
altera la regulación de las
concentraciones circulantes de glucosa.
La composición de ácidos grasos del
plasma, fosfolípidos, esteres de colesterol, triglicéridos y los ácidos
grasos de los eritrocitos han sido
usados como biomarcadores para
estudiar la relación entre ingesta de grasa y desarrollo de obesidad,
resistencia a la insulina y diabetes. La cromatografía de gas ha sido utilizada
en estudios epidemiológicos a gran escala
para investigar si ácidos grasos específicos y -potencialmente- dietas
específicas se correlacionan con el
riesgo de desarrollar resistencia a la
insulina y diabetes. En algunos estudios metabolómicos, se han identificado
asociaciones entre concentraciones aumentadas de ácido palmitoleico con triglicéridos
aumentados y resistencia a la insulina. Sin embargo, esta asociación podría reflejar un incremento de la lipogénesis de novo en el hígado
causada por ingesta de carbohidratos en la dieta más que un efecto directo de la ingesta de palmitoleato a través de la
dieta. Varios estudios reportan que el ácido graso saturado palmitato reduce la
eficiencia de la señal insulina. Sin
embargo, el palmitato es también el producto directo de la lipogénesis de novo a partir de glucosa y este proceso se
encuentra aumentado en modelos animales de diabetes. Por lo tanto, el incremento de la lipogénesis
de novo durante la diabetes podría ser reflejado por especies de lípidos
presentes en la circulación. Otros
estudios reportan una asociación inversa entre la concentración de ácidos
grasos n3-poliinsaturados y el riesgo de
desarrollar diabetes. Además de las concentraciones de ácidos grasos
individuales, la relación entre ácidos
grasos específicos también puede reflejar
procesos fisiológicos específicos y por consiguiente proporcionar un enlace entre enfermedad y
perturbaciones en rutas metabólicas
particulares. Por ejemplo, la relación palmitato/linoleato en la fracción
triglicéridos de las VLDL –referida como índice lipogénico- refleja la cantidad de lipogénesis de novo.
Las relaciones de otros ácidos grasos
son usadas para estimar la
actividad desaturasa y también para investigar resistencia a la insulina. En un
estudio reciente, después de hacer ajustes por índice de masa corporal, edad,
sexo, glucosa e insulina en ayunas, triglicéridos totales y HDL colesterol,
diez lípidos fueron asociados con riesgo aumentado de diabetes y cinco especies de lípidos
fueron asociadas inversamente con el
riego de desarrollar diabetes. El marcador positivo más significativo para
diabetes fue el triacilglicérido 50:0 y el marcador negativo más significativo
fue el triacilglicérido 58:10.
En resumen, la metabolómica tiene el potencial para definir nuevos
marcadores de resistencia a la insulina
y prediabetes. Con respecto a los
metabolitos individuales, los BCAA son los marcadores más promisorios de resistencia a la insulina y prediabetes. Las
alteraciones en el metabolismo de los
BCAA han sido registradas en modelos animales, individuos obesos y en pacientes después de cirugía bariátrica.
Los resultados de los estudios en grandes poblaciones demuestran que los BCAA son predictivos de diabetes de
una manera aditiva a los modelos clínicos establecidos. Lípidos específicos
también son potenciales marcadores de resistencia a la insulina. Los ácidos
grasos palmitato, palmitoleato y oleato han sido asociados con resistencia a la
insulina en humanos y animales. Un punto clave es entender cuanto de la dieta contribuye a las
concentraciones elevadas de ácidos grasos, en comparación con la lipogénesis de
novo, a partir del consumo de carbohidratos. La incorporación de hallazgos del
genoma a lo estudios metabolómicos ha aumentado el entendimiento del rol de los
metabolitos en la patogenia de la
enfermedad. La triangulación de datos
genéticos, metabolómicos y fenotípicos podría ser una técnica poderosa para
determinar la contribución de los
metabolitos a la enfermedad.
Fuente: Roberts LD et al (2014). Towards metabolic
biomarkers of insulin resistance and type 2 diabetes: progress from the
metabolome. Lancet Diabetes
Endocrinology 2: 65-75.
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