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sábado, 8 de febrero de 2014

Estrógenos: reguladores metabólicos en el cerebro y el cuerpo de la mujer

Los estrógenos son hormonas esteroides conocidos principalmente por su papel en la promoción de las características sexuales y la capacidad reproductiva  de la mujer. Hay tres formas de estrógenos  en el cuerpo  de la mujer: estrona (E1), estradiol (E2) y estriol (E3).  Durante los años reproductivos, la principal forma circulante  es el estradiol que, además, es la forma más potente  de los estrógenos. En las mujeres, los estrógenos son producidos principalmente por los ovarios y las glándulas suprarrenales y tienen efectos en la mayoría de órganos incluyendo cerebro, glándula mamaria, corazón, vasos sanguíneos, vejiga, piel, hueso, ovario, útero y órganos del sistema inmune. Además de su rol en la reproducción, el   estrógeno constituye una molécula  de  señalización crítica en el cerebro, puede cruzar la barrera hemato-encefálica y, adicionalmente, el cerebro puede producir estrógeno a partir del colesterol. Los receptores de estrógenos (ER) están ampliamente distribuidos en el cerebro  y son expresados en neuronas y glias. Los ER comprenden dos clases generales: ER nucleares  y ER asociados a la  membrana (mER), ambas formas están presentes en el cerebro. Hay dos isoformas  de los ER nucleares: ERα (o ESR1) y ERβ (o ESR2), funcionalmente distintos y distribuidos de manera diferente  en el cerebro. Las regiones que codifican para ambos  ER se encuentran en el cromosoma 6. Los ER nucleares existen inicialmente como monómeros y se dimerizan antes de la translocación al núcleo, donde regulan la transcripción. A diferencia de los ER nucleares, los mER son monómeros de ERα y ERβ. Adicionalmente, por “splicing” alternativo, los ERα pueden generar tres variantes y los ERβ pueden generar once variantes. En el cerebro, estas variantes han sido asociadas con cambios en la respuesta de los estrógenos. Por otra parte,  múltiples laboratorios han establecido la presencia de ER en las mitocondrias, lo cual enfatiza el rol que los estrógenos juegan en la regulación de la bioenergética celular. La señal clásica de los estrógenos ocurre como resultado de la translocación  de los ER al núcleo, donde se unen a los elementos de respuesta para regular la expresión de genes.

Los ERα se distribuyen  en hipotálamo, cerebro anterior, hipocampo y amígdala; los ERβ se concentran principalmente en hipocampo y corteza cerebral. En el hipocampo, ambas formas se localizan en las espinas dendríticas que son los sitios de formación de sinapsis  y que muestran un alto grado de plasticidad. Los ERα y lo ERβ son mediadores de las tareas de aprendizaje dependientes del hipocampo. En las diferentes áreas del hipocampo, la relación ERα/ERβ cambia con la edad. En jóvenes, la forma ERβ es dominante en el hipocampo y la forma ERα está presente en bajas cantidades. Con el envejecimiento, la localización nuclear de ERα aumenta en el girus dentado y en CA3, pero disminuye en CA1. La disminución de los niveles y de respuesta de los ERα ha sido asociada con alteraciones cognitivas y demencia durante el envejecimiento, los ERβ aunque conservan la respuesta a E2 no son capaces de compensar la pérdida de ERα. Con el envejecimiento, hay también un incremento en la expresión  de las variantes de ERα en el hipocampo que tratan de compensar la disminución de los ERα.

Los mER inician rápidamente las rutas de señalización intracelular cuando se unen a los estrógenos. Estos receptores activan las rutas Src/PI3K y Ras/Raf/MEKK/ERK,  que producen la activación de CREB y son requeridos para la neuroprotección inducida por E2. También han sido identificados en el cerebro receptores de estrógenos acoplados a proteína G como el GPER1 (también llamado GPR30). EL GPER1 tiene alta afinidad por el E2 y activa las rutas AMPc/PKA y PI3K/Akt. El E2 también activa cascadas de señalización  asociadas con la supervivencia y la función  de las neuronas, incluyendo MAPK, PI3K y PKC. La activación de las rutas MAPK y PI3K permite la fosforilación  de CREB, el cual regula la transcripción  de genes  de supervivencia neuronal, incluyendo la proteína anti-apoptosis Bcl2. La activación de la ruta PI3K tiene el potencial  de activar simultáneamente las rutas MAPK, PKC y Akt y esta activación simultánea  es mediadora del efecto neuroprotector  de E2. Los mER también activan rutas  que regulan la entrada de calcio  a través de canales tipo L, lo que a su vez activa la cascada PI3K/Src/ERK/CREB.  El incremento de la expresión de Bcl2 inducido por el E2 potencia la captación de Ca2+ en las mitocondrias, lo cual  protege a  la neurona contra las consecuencias adversas del exceso de calcio citoplasmático.

Los estrógenos ejercen efectos beneficiosos en el sistema bioenergético del cerebro a nivel del transporte de glucosa, la glucolisis, el ciclo de Krebs, la fosforilación oxidativa y la producción de ATP. Los transportadores de glucosa (GLUT)  actúan como mediadores del transporte de glucosa en el cerebro. El GLUT-1 es un transportador de baja afinidad, pero altamente sensible a los cambios en los niveles de glucosa y se  expresa en dos isoformas glucosiladas: una isoforma  de 55KD que regula el transporte  de glucosa de los vasos sanguíneos al cerebro y una isoforma de 45 KD que regula el transporte de glucosa del cerebro a las glias. Los niveles de expresión son regulados por la disponibilidad y la demanda de glucosa; en particular, la hipoglucemia aumenta la expresión de GLUT-1 en la barrera hemato-encefálica. El GLUT-3 es un transportador de alta afinidad que es expresado en la membrana neuronal y permite el transporte de glucosa en la neurona. El GLUT-4  también es expresado en la membrana neuronal y su translocación del compartimento citoplasmático a la membrana celular es regulada por la insulina. La regulación de los GLUT-4 por los estrógenos  es particularmente interesante, requiere de un incremento simultáneo de  los niveles de E2/ER y de insulina/receptor de insulina.  En el cerebro de roedores, el acoplamiento entre estrógeno e insulina involucra al factor de crecimiento similar a insulina-1 (IGF-1) y su receptor (IGF-1R). El IGF-1R y el ERα pueden formar un complejo macromolecular capaz de activar la ruta de señalización PI3K que produce la fosforilación y activación de Akt. La forma fosforilada  (activa)  de Akt se colocaliza con GLUT-4  en las neuronas que expresan IGF-1 y aumenta el transporte de glucosa  a través de la regulación de los GLUT-4. Además de facilitar el transporte de glucosa, el estrógeno también promueve la glucólisis en las neuronas. El E2 incrementa la actividad de las enzimas glucolíticas: hexoquinasa (soluble y unida a la membrana), fosfofructoquinasa y piruvato quinasa. Las hexoquinasas   se unen al canal aniónico dependiente de voltaje (VDAC) en la membrana externa mitocondrial para acoplar el metabolismo de la glucosa con la síntesis de ATP en la mitocondria. Este acoplamiento es regulado por la Akt que se asocia con la hexoquinasa II. La actividad de la hexoquinasa II es también requerida para los efectos anti-apoptosis de la Akt. El E2 actúa sobre este sistema  activando la Akt e incrementando la actividad de la hexoquinasa II. Por tanto, es plausible pensar que el estrógeno puede tener un rol en la promoción de la asociación de la hexoquinasa II y el VDAC en las neuronas.

La regulación del transporte de glucosa y la glucólisis mediada por estrógenos se complementa con la potenciación de la bioenergética mitocondrial. El estrógeno produce una respuesta coordinada  de las enzimas mitocondriales, lo cual incrementa la producción de ATP en el cerebro. Particularmente, el E2 regula la actividad y los niveles  de expresión de varias enzimas metabólicas incluyendo a la piruvato deshidrogenasa, la aconitasa y la sintetasa de ATP.  El E2 también incrementa la actividad y expresión de los complejos I, IV y V. La acción del estrógeno  en la mitocondria se extiende a la protección contra el estrés oxidativo. Debido a que las mitocondrias son la principal fuente  de producción de especies reactivas del oxígeno (ROS), ellas también sufren los efectos del estrés oxidativo cuando las ROS son producidas en exceso. El estrógeno incrementa la expresión de varias enzimas antioxidantes (peroxirredoxina 5, glutarredoxina y MnSOD) y también protege contra el daño de ADN inducido por peróxido de hidrógeno.
El estrógeno, además del cerebro, activa rutas  de señalización intracelular  en casi todos los tejidos del cuerpo. Los ERs están presentes en el adipocito y pueden mediar de  manera diferente los efectos del estrógeno en el tejido adiposo. El ERα regula positivamente la homeostasis y el metabolismo del tejido adiposo vía crecimiento y proliferación de los adipocitos y el ERβ regula la distribución del tejido adiposo  de una manera sexo-específica. El dimorfismo sexual  en la distribución  de ERα y ERβ en el tejido adiposo ha sido reportado por varios estudios. En el adipocito maduro humano, la expresión de ERα es idéntica entre los dos sexos, pero los niveles de ERβ son mayores en la mujer. Por otra parte, el hombre está más predispuesto a la regulación dominada por ERα, mientras la mujer antes de la menopausia tiene una regulación más balanceada  entre ERα y ERβ, lo cual podría explicar los patrones de  distribución de tejido adiposo  sexo-específicos. Después de la menopausia, sin embargo, ocurre un cambio en la relación ERα/ERβ hacia un predominio ERβ   que podría mediar el incremento de peso postmenopáusico de la mejer.

La leptina es una adipoquina secretada por el tejido adiposo que tiene un fuerte efecto sobre la ingesta y el gasto de  energía. En el hipotálamo, la leptina produce una inhibición aguda  del apetito. Las mujeres pre y postmenopaúsicas tienen mayores niveles  de leptina  que los hombres, lo cual puede obedecer a los niveles endógenos  de estrógeno o a la distribución del  tejido adiposo. En las mujeres premenopaúsicas, los niveles de leptina se correlacionan con los niveles plasmáticos de estrógeno, esta correlación  desaparece después de la menopausia cuando es alterada por un aumento de  obesidad.  Tanto los receptores de leptina como los ERs son expresados en el hipotálamo, aunque la expresión de ERα es mayor que la ERβ. La evidencia acumulada sugiere que los niveles de estrógeno regulan la expresión del receptor de leptina.  El resultado de esta regulación es que  la sensibilidad a la leptina es mayor cuando lo niveles de estrógeno son altos.

La adiponectina, la principal adipoquina en la regulación del metabolismo corporal, es producida por el tejido adiposo  y regula los niveles periféricos de glucosa e insulina. Los niveles plasmáticos de adiponectina se correlacionan inversamente con los niveles de glucosa e insulina y son mayores en mujeres que en hombres pero incrementan con la edad en ambos sexos. El ERα es un regulador positivo de los niveles de adiponectina en el tejido adiposo. Por otra parte, la señal ERβ  produce la inhibición  del receptor  activado por el proliferador de peroxisoma-γ (PPAR-γ), el cual regula la secreción de adiponectina
La ghrelina, producida principalmente por el estómago, es la contraparte de la leptina y por tanto actúa estimulando el apetito. Hombres y mujeres muestran una diminución en los niveles plasmáticos de ghrelina  relacionada con la edad. La ghrelina disminuye la resistencia a la insulina y también disminuye la fosforilación  tau  a través de la activación  de GSK3β. Adicionalmente, la ghrelina puede proteger contra la pérdida sináptica y la degeneración neuronal en el hipocampo. En el hipocampo, la ghrelina también incrementa la densidad de espinas dendríticas y promueve la potenciación de larga duración. La ghrelina se colocaliza con el ERα en el estómago y estudios recientes  sugieren que el estrógeno es un regulador negativo de la síntesis de ghrelina y por consiguiente los niveles de  ghrelina podrían aumentar después de la menopausia.

La regulación por estrógeno  de la homeostasis de insulina y glucosa  es mediada a través de ERs, los cuales son expresados, además del tejido adiposo, en el hígado, las células β del páncreas y el músculo esquelético. Esto permite coordinar las señales que regulan la homeostasis metabólica  en respuesta al medio hormonal. En las células β del páncreas, el ERα regula la producción de inulina y tiene un efecto antidiabético.  Sin embargo, la relación entre niveles de estrógeno y diabetes después de la menopausia es complicada. Un asunto sin  respuesta convincente  es si la terapia de reemplazo  tiene un efecto directo sobre el riesgo de diabetes a través de la regulación  de la señal ERα en el páncreas  o un efecto indirecto  a través de la disminución de la obesidad. Los niveles de insulina  y glucosa en ayunas aumentan en la medida que los niveles de estrógenos disminuyen durante la transición menopaúsica, pero esto ha sido considerado como una respuesta secundaria al cambio en la distribución de grasa en el cuerpo y no debido a un efecto directo  de la disminución de estrógeno. Varios estudios han sugerido  que la mujer postmenopaúsica tiene una menor producción de insulina pero con una eliminación más lenta.

En conclusión: el E2 es un regulador fundamental del sistema metabólico de la mujer  a nivel cerebral y corporal. En el cerebro, regula el transporte de glucosa la glucólisis y la función mitocondrial y, en el cuerpo,  protege contra la adiposidad, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo II. El E2 coordina el metabolismo cerebral y corporal de tal manera  que el estado metabólico periférico puede indicar el estatus bioenergético del cerebro.


Fuente: Rettberg JR et al (2014). Estrogen: A master regulator of bioenergetic systems in the brain and body.  Frontiers in Neuroendocrinology 35:8-30.

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