Los receptores adrenérgicos y la homeostasis de la glucosa
Los niveles sanguíneos de
glucosa son controlados por múltiples
mecanismos homeostáticos que incluyen componentes endocrinos y neurales.
Los determinantes centrales de la glucemia provienen de procesos
metabólicos postprandiales y estimulados por el ayuno. En el ayuno, mecanismos catabólicos (por ejemplo, la glucogenolisis) y anabólicos (por ejemplo, la gluconeogénesis),
colectivamente conocidos como producción hepática de glucosa son imperativos para mantener la
normoglucemia. Los niveles postprandiales
de la glucemia son regulados primariamente a través de la secreción
pancreática de insulina.
La glucorregulación es mantenida por la acción coordinada de la
insulina y los sistemas nerviosos
central y periférico. Para facilitar este proceso, el sistema nervioso autónomo
involuntariamente controla la contracción del músculo liso y la secreción del
tejido glandular a través de la acción
concertada de las divisiones simpática y parasimpática. El sistema
simpatoadrenal estimula la secreción de catecolaminas, una de las rutas más
eficientes para inducir la elevación rápida
de la glucemia. Las catecolaminas endógenas (adrenalina y noradrenalina)
contrarrestan las respuestas mediadas por la insulina a través de la
estimulación de distintos receptores
adrenérgicos. Estos receptores acoplados a proteína G median las acciones de
las catecolaminas para ejercer efectos glucémicos en una diversidad de células
blanco. Desde 1948 se conoce la
existencia de dos tipos de receptores adrenérgicos farmacológicamente
distintos: α y β. Este concepto fundamental ha sido apoyado por una serie de estudios in vivo e in vitro
que han demostrado que los receptores
adrenérgicos varían considerablemente en su potencia catecolamina. En el presente, los receptores adrenérgicos
se clasifican en tres subtipos α1
(α1A, α1B, α1D), tres subtipos α2
(α2A, α2B, α2C) y tres subtipos β (β1,
β2, β3). Estos subtipos controlan un amplio rango de
funciones atribuidas a la homeostasis de la glucosa. El efecto de las
catecolaminas sobre la regulación de la homeostasis de la glucosa depende
fuertemente del subtipo de receptor adrenérgico
y la célula blanco que forman parte de la ruta efectora.
Los receptores adrenérgicos α1 son expresados en muchos órganos
del cuerpo (cerebro, corazón, vasos sanguíneos, hígado, músculo, tejido adiposo
y tracto urogenital) y modulan muchos componentes de la neurotransmisión, la
vasoconstricción, la producción hepática de glucosa y la captación periférica
de glucosa. En la mayoría de tejidos, la señal de transducción inducida por las
catecolaminas en los tres subtipos de receptores α1 incrementa la
producción de inositol 1,4.5 trifosfato y la liberación de Ca2+, lo
cual activa rutas de transcripción secundarias que involucran a la proteína quinasa C. Los
receptores α1 elevan la glucemia porque incrementan la producción
hepática de glucosa y disminuyen la captación de glucosa. La estimulación de
los tres subtipos α1 vasculares incrementa el tono de los vasos
sanguíneos con efectos predominantes α1A (mesentéricos y renales) y
α1D (aorta y carótida) que
facilita la disminución del aporte sanguíneo y por tanto disminuye la
captación de glucosa en tejidos
periféricos. Sin embargo, estudios clínicos in vivo han demostrado que los
receptores α1A de músculo esquelético y adipocitos incrementan la captación de glucosa independiente de
insulina en esos tejidos, lo cual podría
disminuir la glucemia.
La evidencia acumulada indica que los receptores adrenérgicos α2
constituyen uno de los reguladores más importantes de la homeostasis de la
glucosa. La respuesta clásica de la activación de los receptores α2
involucra la inhibición de la producción de AMPc y de los canales de Ca2+
dependientes de voltaje. Sin embargo, la respuesta celular final dependerá del
órgano en cuestión y puede ser tanto inhibitoria como estimuladora. La activación de los receptores α2
aumenta los niveles sanguíneos de glucosa porque en el páncreas produce
inhibición de la secreción de insulina en las células β mientras aumenta la
secreción de glucagón en las células α. Los receptores α2A son los
responsables primarios tanto de la inhibición de la secreción de insulina como del incremento de la secreción de
glucagón. Por otro lado, la estimulación de los receptores α2A puede
llevar a la disminución de la glucemia porque promueve una disminución de la
lipólisis en el tejido adiposo y esto, en teoría podría disminuir el aporte de
glicerol para la gluconeogénesis
hepática. Los receptores α2 también son expresados en el sitio de la sinapsis entre el terminal
nervioso simpático preganglionar y la médula suprarrenal y su activación
disminuye la liberación de catecolaminas, lo cual podría disminuir los niveles
sanguíneos de glucosa. Estudios recientes han demostrado que los receptores α2C
median la autoinhibición de la secreción de catecolaminas en la médula
suprarrenal de ratones.
Los receptores adrenérgicos β1 tienen su mayor expresión en los
miocitos cardiacos y funcionan regulando los efectos cronotrópicos e
inotrópicos del corazón. Sin embargo, la presencia de estos receptores en otros
órganos ha sido documentada, especialmente en tejidos sensibles a la insulina
como tejido adiposo, riñón e hígado y pueden contribuir en
la regulación de la homeostasis de la glucosa. En general, después de la
activación de los receptores β (β1,
β2, β3) la secuencia de transducción incluye la conversión de ATP en AMPc, lo cual activa
proteínas quinasas que generan diversos efectos fisiológicos. La activación de
los receptores β1 en las células yuxtaglomerulares del riñón aumenta
la actividad del sistema
renina-angiotensina, lo cual provoca defectos en la señal de la insulina con la
consiguiente hiperglucemia. Asimismo, la activación de receptores β1
incrementa la actividad lipolítica en el tejido adiposo por lo
que a largo plazo podría aumentar la gluconeogénesis hepática. En el corazón,
la utilización de la glucosa y la glucogenolisis aumentan significativamente
durante la estimulación de los receptores β1, lo cual podría tener
un efecto anti-glucémico.
De todos los receptores adrenérgicos, el subtipo β2 es el más
involucrado en la regulación simpatoadrenal de la homeostasis de la glucosa.
Dada su amplia expresión en páncreas,
hígado, músculo esquelético y tejido adiposo, el incremento de la producción
hepática de glucosa, la inhibición de la
captación de glucosa dependiente de insulina en músculo esquelético y tejido
adiposo, y el incremento de la lipólisis en músculo esquelético y tejido
adiposo son los principales atributos hiperglucemiantes de la estimulación de los receptores β2. Adicionalmente,
la activación de los receptores β2 aumenta la glucemia a través del
incremento en la secreción pancreática de glucagón y de la secreción de
catecolaminas en las células cromafines de la
médula suprarrenal. Sin embargo, la activación de los receptores β2
también puede tener efectos anti-glucémicos porque un lado, incrementa la
secreción de insulina en las células β del páncreas (aunque la respuesta
mediada por receptores α2A es predominante) y, por otro lado, produce vasodilatación que favorece la
captación de glucosa en los tejidos y también porque incrementa en músculo
esquelético la captación de glucosa
independiente de insulina.
El receptor adrenérgico β3,
identificado en 1989, es abundantemente expresado en vejiga urinaria,
intestino, corazón y tejido adiposo. La noradrenalina exhibe una alta afinidad por
este receptor, por lo tanto una de las respuestas fisiológicas principales de
su estimulación es la movilización de
lípidos del tejido adiposo, lo cual conjuntamente con la estimulación de la
liberación de catecolaminas en la médula suprarrenal incrementan los niveles
sanguíneos de glucosa. Por otra parte,
efectos anti-hiperglucémicos derivados
de la activación de receptores β3 han sido notados en roedores y los
mecanismos consisten en la disminución de la producción hepática de
glucosa, el aumento de la expresión del
gen del transportador de glucosa GLUT1 y el incremento de la captación de glucosa independiente de
insulina en músculo esquelético. Otro efecto hipoglucemiante atribuido a los
receptores β3, aunque indirecto, es el incremento en la captación de
glucosa por vasodilatación en tejido
adiposo e islotes pancreáticos.
Fuente: Boyda HN et al (2013). Peripheral
adrenoceptors: The ímpetus behind glucose dysregulation and insulin resistence.
Journal of Neuroendocrinology 26: 217-228.
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