El eje intestino-cerebro
El término “eje intestino-cerebro” se refiere a la comunicación
bidireccional entre el intestino y el cerebro. Cuatro rutas de comunicación (nervio
vago y neuronas espinales aferentes, mediadores inmunes (citoquinas), hormonas
intestinales y moléculas de señalización derivadas de la microbiota intestinal)
transmiten las señales desde el
intestino al cerebro, mientras que las neuronas del sistema nervioso autónomo y
factores neuroendocrinos lo hacen del cerebro al intestino. Normalmente, la
mayor parte de las señales que son transmitidas del sistema digestivo al
cerebro no alcanzan el nivel de conciencia. Sin embargo, la información visceral continuamente es procesada en
regiones subcorticales del cerebro, como el sistema límbico, y en centros neuroendocrinos y del sistema
nervioso autónomo en hipotálamo y
tallo cerebral. En condiciones patológicas, las señales del intestino
pueden alcanzar la corteza dando origen a la sensación de nausea, disconfort o
dolor.
El intestino con más de 20 hormonas
formadas en células endocrinas especializadas de la mucosa intestinal es uno de los mayores
órganos endocrinos del cuerpo humano. Las hormonas intestinales están
involucradas en la coordinación de la digestión, el hambre, la saciedad y la
regulación de la homeostasis metabólica. De las hormonas intestinales
destacamos la familia de péptidos biológicamente activos formada por el
neuropéptido Y (NPY), el péptido YY (PYY) y el polipéptido pancreático (PP),
los cuales son expresados en distintos
niveles del eje intestino-cerebro. PYY y PP son expresados casi exclusivamente
por células endocrinas en el nivel del sistema digestivo,
mientras que el NPY se encuentra en todos los niveles del eje
intestino-cerebro. La implicación funcional de estos péptidos de 36 aminoácidos
en la comunicación entre el intestino y el cerebro es corroborada por la
existencia de cinco tipos de receptores (Y1, Y2, Y4, Y5, Y6), a lo largo de las
rutas de señalización intestino-cerebro. Los receptores Y, acoplados a proteína
G, presentan afinidades características para los diferentes miembros de la
familia de péptidos. Así, mientras el NPY y el PYY no difieren en su afinidad
por los receptores Y1, Y2 y Y5, es particularmente notorio que el PP se une
preferencialmente a los receptores Y4.
El PP, producido bajo control vagal colinérgico principalmente por las
células F de los islotes pancreáticos y, en pequeñas cantidades, por células
endocrinas del intestino, es secretado postprandialmente y sus acciones
biológicas sobre la digestión y la ingesta de alimentos son mediadas
preferencialmente por receptores Y4. El PP inhibe el vaciamiento gástrico a
través de una acción que involucra al nervio vago; este efecto podría deberse,
en parte a la capacidad del PP de reducir el apetito, un efecto que también
depende de una señal vagal intacta. En el epitelio intestinal, el PP puede inhibir la secreción de agua y electrólitos.
Adicionalmente, el PP tiene también una acción inhibitoria sobre la actividad
motora intestinal y el peristaltismo. La
administración periférica de PP causa una estimulación neuronal dependiente de
receptores Y4 en el tallo cerebral, el hipotálamo y la amígdala. Sin embargo,
no está claro si el PP puede alcanzar directamente estas estructuras
cerebrales, aunque hay evidencia que el péptido puede entrar al cerebro
preferencialmente vía órganos circunventriculares como el área postrema. En
suma: el PP causa un balance energético negativo porque disminuye la ingesta de
alimentos y el vaciamiento gástrico y porque incrementa el gasto de energía,
estos efectos involucran también al nervio vago
La principal fuente de PYY en el intestino es la célula L, muy abundante en
el tracto intestinal inferior. Otras fuentes de PYY en el sistema digestivo,
aunque en pequeñas cantidades, son las
neuronas entéricas del estómago y las células endocrinas pancreáticas. Las
células L contienen, además del PYY, glicentina, péptido glucagonoide 1(GLP1) y péptido glucagonoide
2 (GLP2), derivados del proglucagón. Las células L expresan gustducina, una
proteína G relacionada con los receptores gustativos, por lo que también actúan
como sensores químicos en el intestino. La liberación de PYY inducida por la
comida ocurre antes que los nutrientes alcancen el intestino inferior, lo cual
indica que un mecanismo neural incluyendo al nervio vago podría estar
involucrado en su liberación. La secreción de ácido en el estómago, la colecistoquinina,
los ácidos biliares, los ácidos grasos
libres de cierta extensión (C12) y los ácidos grasos de cadena corta
(particularmente el butirato) producidos a través de la fermentación de
carbohidratos indigeribles por la microbiota intestinal, también estimulan la liberación de PYY. En el
cerebro de roedores, las neuronas PYY han sido localizadas en hipotálamo,
protuberancia, bulbo y médula espinal. El PYY, liberado postprandialmente en
proporción a la ingesta de energía, particularmente por grasas y proteínas, actúa como una señal de saciedad para reducir
la ingesta de alimentos. Una vez liberado, el PYY es en parte clivado a PYY3-36,
la principal forma circulante del PYY y el cual, a diferencia del PYY, es un
agonista preferencial de receptores Y2. PYY y PYY3-36 inhiben la secreción
de ácido en el estómago, el transito gastrointestinal y la ingesta de alimentos
en roedores y humanos. El efecto anoréxico del PY3-36 se observa
tanto en sujetos delgados como obesos y en dosis mayores está asociado con
nauseas y vómitos. La ingesta de alimentos es inhibida por el PYY3-36
por dos vías, a través de un efecto estimulador sobre receptores Y2 en las
neuronas aferentes vagales y por
interacción con estos mismos receptores en el hipotálamo. Esto es consistente
con la habilidad del PYY3-36 de acceder al cerebro vía órganos
circunventriculares como el área postrema y el órgano subfornical, y de atravesar la barrera hemato-encefálica
en cierta extensión. En el hipotálamo, el PYY3-36 reduce la ingesta
de alimentos primariamente a través de la activación de receptores Y2 en el
núcleo arcuato, un importante centro de integración de señales periféricas y centrales en el control del apetito y la
homeostasis energética. El núcleo arcuato contiene al menos dos poblaciones de
neuronas que son relevantes en este sentido: las neuronas AgRP, orexinérgicas,
que expresan NPY y proteína relacionada con el agouti (AgRP) y las neuronas POMC
que expresan proopiomelanocortina (POMC), anorexigénicas. Estas neuronas envían
proyecciones a varias áreas del hipotálamo (incluyendo el núcleo
paraventricular) y recíprocamente inhiben el tono orexigénico/anorexigénico
ejercido por las neuronas AgRP y POMC, respectivamente. El efecto anoréxico del
PYY3-36 es mediado primariamente por receptores Y2 presinápticos en
las neuronas AgRP, inhibiendo su acción orexigénica y desinhibiendo las
neuronas POMC.
En el intestino, el NPY ha sido localizado en distintas interneuronas y neuronas motoras inhibitorias descendentes
del plexo mientérico así como en neuronas secretomotoras no-colinérgicas del
plexo submucoso. En las neuronas motoras inhibitorias, el NPY frecuentemente es
colocalizado con el polipéptido intestinal vasoactivo y la sintetasa de óxido
nítrico. Una cantidad muy pequeña de NPY
intestinal es proporcionada por las neuronas aferentes primarias que se
originan en los ganglios de la raíz dorsal. El NPY inhibe la motilidad
gastrointestinal y la secreción de agua y electrolitos. Estas acciones
inhibitorias son mediadas principalmente por los receptores Y2, pero los
receptores Y1 en las neuronas secretomotoras
y las células epiteliales y los Y4 en los enterocitos también
contribuyen. El NPY es el neuropéptido más abundante en el cerebro, siendo
expresado por varios sistemas neuronales
que van desde el tallo hasta la corteza cerebral. En el contexto del eje
intestino-cerebro el NPY se localiza en el núcleo del tracto solitario, la
médula ventrolateral, el locus ceruleus, el núcleo paraventricular del tálamo,
el hipotálamo (núcleo arcuato, núcleo paraventricular y otras regiones), el
septum, el hipocampo, la amígdala, los ganglios de la base, el núcleo acumbens
y la corteza cerebral. Varias rutas neurales importantes utilizan al NPY como
neurotransmisor, entre las cuales están las neuronas noradrenérgicas que se
originan en el locus ceruleus, las neuronas AgRP del núcleo arcuato del
hipotálamo y distintas rutas que operan en el sistema límbico. En el cerebro,
el NPY activa principalmente los
receptores Y1 y Y2, ampliamente distribuidos en el sistema nervioso central. En
menor extensión, actúa sobre los receptores Y4 y Y5, localizados en regiones
particulares del cerebro como el núcleo del tracto solitario, el área postrema,
el núcleo ambiguo, el hipotálamo, el
tálamo y la amígdala. El NPY es uno de los péptidos orexigénicos más
potentes que se encuentran en el cerebro. Su efecto orexigénico es mediado
primariamente por receptores Y1, pero también participan los receptoresY5. Otros
sistemas neuronales del cerebro (tallo cerebral, núcleo acumbens y sistema
corticolímbico) que expresan NPY también intervienen en la regulación del
apetito y la ingesta de alimentos.
Fuente: Holzer P. et al (2012). Neuropeptide
Y, peptide YY and pancreatic polypeptide in the gut-brain axis. Neuropeptides 46: 261-274.
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