Interacciones entre la vitamina
D y el IGF-I
La vitamina D, regulando la expresión de aproximadamente 3% del genoma,
afecta la función de muchos tipos de células. Esta amplia actividad incluye
interacciones con otras hormonas, entre ellas el IGF-I. Dado que tanto la
vitamina D como el IGF-I son ampliamente expresados en el cuerpo y que ambos
tienen un amplio espectro de efectos,
sus interrelaciones son extremadamente complejas.
En humanos, la vitamina D, sintetizada en la piel (colecalciferol) o ingerida
con suplementos o ciertos alimentos
(ergocalciferol o colecalciferol), es hidrolizada a 25-hidroxivitamina D (25(OH)D) por enzimas
dependientes de citocromo P-450 principalmente en el hígado. Otra hidroxilasa dependiente de citocromo P-450,
CYP27B1 (o 1α-hidroxilasa), cataliza la conversión de 25(OH)D en 1,25 dihidroxivitamina D
(1,25(OH)2D) o calcitriol, la principal forma hormonalmente activa
de la vitamina D. A través de la unión y activación del receptor nuclear de
vitamina D (VDR), el calcitriol modula la transcripción de miles de genes. El
receptor retinoide X y varios cofactores cooperan con el complejo
calcitriol-VDR en la regulación de la
expresión de genes. Adicionalmente, algunos efectos del calcitriol son
mediados por un VDR asociado con la membrana plasmática de ciertas células.
Ejemplos de estas respuestas no genómicas son la rápida absorción intestinal de
Ca2+, la inducción de exocitosis en las células de Sertoli y la
secreción de insulina por las células β del páncreas.
Las células tubulares renales producen calcitriol a partir del 25(OH)D
suministrado por la circulación. La mayor parte del calcitriol sintetizado en
el riñón deja el órgano y actúa de la
clásica manera endocrina en el metabolismo óseo, la absorción intestinal de Ca2+
y fosfato, la reabsorción renal de Ca2+ y la liberación de PTH por
las glándulas paratiroides. La actividad de la 1α-hidroxilasa renal y las
acciones endocrinas del calcitriol son
reguladas por el fosfato, la PTH y el factor de crecimiento fibroblástico 23.
Este último es secretado principalmente por los osteocitos y es un potente
inhibidor de la 1α-hidroxilasa. Sin
embargo, la mayor parte del 25(OH)D circulante es tomado por tejidos
extrarrenales, que expresan la 1α-hidroxilasa, para producir su propio
calcitriol con actividad paracrina y autocrina.
La 1α-hidroxilasa extrarrenal es regulada de manera específica en cada
tejido por varios factores, como por
ejemplo citoquinas. En condiciones
normales, el calcitriol producido localmente es usado rápidamente y no pasa a
la circulación. Por tanto, los niveles sanguíneos de calcitriol solamente miden
la vitamina D derivada del riñón. Por el contrario, la concentración de 25(OH)D
es un buen indicador de la cantidad de
vitamina D globalmente disponible para
las funciones endocrinas y paracrinas/autocrinas.
El IGF-I es transportado por la circulación sanguínea a los tejidos o es secretado por células
locales. Estas dos fuentes dictan la
modalidad de la acción de la hormona,
endocrina o paracrina/autocrina. Aproximadamente 75% del IGF-I circulante es
producido por el hígado. En la circulación sanguínea, la mayor parte del IGF-I
es transportado formado parte de un complejo ternario con la proteína ligadora
de IGF (IGFBP)-3 y la subunidad ácido lábil (ALS), secretadas también por el
hígado. Este complejo estabiliza al IGF-I en la circulación, reduce su
aclaramiento y prolonga el aporte a las
células blanco. Los órganos periféricos también liberan IGF-I en la circulación,
pero en menor proporción que el hígado. La hormona de crecimiento es el
principal regulador de la síntesis hepática de IGF-I, pero en los otros sitios,
los factores tejido-específicos son iguales o más importantes que la hormona de
crecimiento. En los mamíferos, para algunos efectos específicos, el IGF-I
local no puede ser sustituido por la
hormona derivada del hígado pues dependen primariamente de la hormona producida
localmente como ocurre con la inducción del desarrollo de la glándula mamaria.
En sujetos sanos, se ha demostrado ampliamente la correlación positiva que
existe entre las concentraciones sanguíneas de IGF-I, 25(OH)D y 1,25(OH)2D.
La evidencia actual indica que al menos en parte esta asociación es causal. El tratamiento con colecalciferol
incrementa significativamente los niveles circulantes de IGF-I en niños y adultos con deficiencia de vitamina
D. No hay información definitiva sobre el mecanismo por el cual la vitamina D
modifica las concentraciones de IGF-I, pero si está bien establecido que el
IGF-I estimula la síntesis de calcitriol en el riñón. Sobre la base de los
resultados de estudios recientes se ha propuesto la hipótesis que indica que la
vitamina D promueve la producción hepática de IGF-I e IGFBP-3 induciendo
directamente la transcripción de los genes relevantes y/o aumentando el efecto
estimulador de la hormona de crecimiento. Las células hepáticas no
parenquimatosas (células estrelladas, células de Kupffer y células del
endotelio sinusoidal) más que los hepatocitos expresan el VDR y por tanto son
el blanco principal de la vitamina D. La vitamina D puede modular la síntesis
hepática de IGFBP-3 vía SRC-3 (steroid receptor co-activator-3). Aunque el VDR
es expresado en la hipófisis, la vitamina D no influye significativamente en la
secreción de hormona del crecimiento. Es posible que la vitamina D incremente
las concentraciones de IGF-I aumentando la absorción intestinal de Ca2+,
pues la ingesta de Ca2+ está
asociada positivamente con el IGF-I circulante en humanos. El IGF-I induce la síntesis y actividad de la
1α-hidroxilasa renal, acción que también lleva a cabo la hormona de crecimiento
pero a través del IGF-I local y endocrino. El IGF-I también estimula la
síntesis de calcitriol en la placenta.
Las interacciones paracrinas/autocrinas entre la vitamina D y el IGF-I han
sido descritas en diferentes tejidos. Varios autores han reportado
interacciones entre metabolitos de la vitamina D, IGF-I e IGFBPs que pueden
regular la diferenciación, proliferación
y función de osteoblastos y condrocitos en el tejido óseo. Por otra
parte, hay datos que sugieren que la vitamina D y la IGFBP-3
actúan conjuntamente para modular la sensibilidad a la insulina. Sin
embargo, es el cáncer de mama el que puede ser considerado como modelo de las
interacciones paracrinas/autocrinas
entre la vitamina D y el IGF-I. En el cáncer de mama, la acción del
IGF-I es central en el desarrollo de hiperplasia, lesiones precancerosas y
eventuales tumores de la glándula mamaria. En este caso el IGF-I producido
localmente es más importante que la hormona circulante. La IGFBP-3 puede
oponerse a la acción tumorigénica del
IGF-I evitando la unión con su receptor o a través de una acción anti-tumor
independiente del IGF-I. La vitamina D disminuye la proliferación y estimula la
apoptosis de las células del cáncer de
mama por dos vías: antagoniza los efectos mitogénicos y antiapoptóticos del IGF-I y estimula la expresión de IGFBP-3. Es conveniente señalar que las
interacciones descritas entre vitamina D, IGF-I e IGFBP-3 pueden caracterizar
solamente algunos subtipos de cáncer de mama.
En resumen, las interacciones entre vitamina D e IGF-I ocurren a nivel
endocrino y paracrino/autocrino. La vitamina D incrementa los niveles
circulantes de IGF-I e IGFBP-3. El IGF-I
estimula la producción renal de calcitriol, lo cual incrementa su actividad
endocrina. Como resultado aumenta la disponibilidad de calcio y fosfato en el
cuerpo y disminuye la secreción de hormona paratiroidea. A pesar de la abundancia
de datos experimentales, el significado e importancia de las interacciones
paracrinas/autocrinas entre vitamina D e IGF-I aún no son muy claras. El cáncer
de mama, en el cual la vitamina D modula la relación IGF-I/IGFBP-3 para
disminuir la proliferación e incrementar
la apoptosis de células cancerosas, representa una excepción.
Fuente:
Ameri P et al (2013). Interactions
between vitamin D and IGF-I: from physiology to clinical practice. Clinical
Endocrinology 79: 457-463.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario